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lunes, 2 de marzo de 2009
EL MAQUINISTA QUE LEÍA EL PERIÓDICO A 100 Km POR HORA
Un maquinista de la Línea 8 lee el periódico mientras trabaja. (Foto: A. M. López)
Madrid, según los últimos posts aparecidos en este blog, cada vez se parece más a una especie de manicomio repleto de personas inmaduras que a una ciudad civilizada. Tomada por los borrachos y los botellones los fines de semana, arrasada por los intocables gremios de hostelería y ocio nocturno, invadida por coches y contaminación (se superan los máximos legales constantemente, pero el Ayuntamiento no cumple su deber de avisar a los ciudadanos por una triquiñuela legal), incapaz de establecer el más mínimo debate cívico en causas de imprescindible acción como la prohibición total del tabaco (somos la única capital de Europa con este sonrojante récord), Madrid parece condenada a estar en la cola de todos los indicadores de desarrollo.
Como no existe conciencia cívica ni se sanciona el incumplimiento de la ley, la gente hace lo que le viene en gana. Los conductores se saltan los semáforos, los vehículos trucados atronan las calles, los moteros corren por las aceras como si fueran un circuito, los manteros trabajan para las mafias, el menudeo de drogas es cotidiano, los fumadores encienden su letal mercancía en cualquier parte, los delincuentes campan por sus fueros, los jóvenes arrasan el centro todos los fines de semana, los dueños de canes llenan las aceras de heces, los pacientes se hacinan en los pasillos hospitalarios, las calles se llenan de graffitis, orines y cristales rotos, el mobiliario urbano se quema como si fueran fallas y la gente es un lobo para la gente. Y nadie tiene responsabilidad en nada, o al menos eso creen.
Todo esto viene a colación de esta foto que he hecho esta misma mañana. Este es un ejemplo más. Metro de Madrid, ese que 'vuela'. Línea 8. Vengo del aeropuerto tras un vuelo internacional y cuál 'no' es mi sorpresa al ver que el maquinista del tren está tan tranquilo leyendo el periódico mientras vamos a 80 kilómetros por hora por el túnel. Entonces me viene todo a la cabeza, tengo una especie de recuerdo total. He vuelto a España de otro país europeo, -no voy a decir cual- un país en el que la gente no escupe en la calle, en el que el suelo urbano no es un cenicero ni una letrina, en el que las personas se respetan unas a otras, y lo más importante, se respetan a sí mismas. Y me ha devuelto a la realidad ver esto: un maquinista que lleva el Metro a toda velocidad por un túnel (200 toneladas de acero por vagón de la Serie 800 que hace la línea 8 por 6 vagones hacen 1.200 toneladas de inercia lanzadas a 100 por hora) con varios cientos de personas en su interior, y que mientras lo hace, pues se lee el periódico. Y tan felices.
¿Se imaginan a un piloto de avión, o más prosaicamente, a un conductor de bus de la EMT haciendo lo mismo? Un ejemplo más de una sociedad de hombres que nunca han aprendido a serlo, que nunca han abandonado la infancia. Una legión de ciudadanos en este país nuestro que parece que ignoran completamente cuales son sus deberes y responsabilidades, y cuales sus derechos. Desde luego, que un maquinista de Metro lea la prensa en vez de atender a su trabajo puede causar un accidente terrible, pero ahí estaba el hombre, tan tranquilo. Y seguro que él cree que lo que está haciendo es perfectamente normal.
Ese es el problema de este país, el problema de Madrid, que entre todos hemos convertido lo anormal, lo incívico, lo irresponsable, lo lesivo, lo tóxico, lo peligroso, en norma. Y de eso tenemos la culpa todos. El problema es qué hacemos ahora, con varias generaciones de ciudadanos que no saben comportarse como tales. El conductor de este Metro al llegar a Nuevos Ministerios se encendió un pitillo tan tranquilo en el andén y se puso a fumar con un guardia jurado. Desde luego, así no vamos a ninguna parte, con o sin Metro. Lo de este hombre y su periódico no es sólo un escándalo, es una metáfora. Una metáfora de esta ciudad, y de esta comunidad, acosadas por la corrupción, a toda velocidad por un túnel oscuro, conducidas por unas gentes que se dedican a leer el periódico mientras el metro va a 100 kilómetros por hora... Es la mejor metáfora de este Madrid de hoy en día que he visto jamás
Anna María López
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