domingo, 12 de abril de 2009

¿CON QUIÉN CAZA GARZÓN?

¿Con quién caza Garzón?
Luis del Pino



La portavoz popular, Soraya Sáez de Santamaría, ha manifestado su respeto por la decisión del Tribunal Supremo de archivar la querella contra Garzón que el PP había presentado, aunque ha dejado caer que "todo el mundo sabe con quién caza y con quién cena Garzón".

¿Y qué? ¿Qué nos quiere decir con eso? ¿Que Garzón es un juez corrupto o corruptor, porque caza o cena con quien no debe, lo cual le lleva a tomar decisiones judiciales que no están motivadas por el estricto deseo de impartir justicia?

Pues, si es así, lo que me gustaría oír es qué piensa hacer el PP al respecto, porque supongo que no pretenderán quedarse de brazos cruzados y conformarse con la decisión del Tribunal Supremo, sabiendo que hay un juez que hoy ha arremetido contra el PP de forma prevaricadora, pero que mañana podría arremeter de forma prevaricadora contra cualquier otro ciudadano.

¿O no está diciendo doña Soraya que Garzón es un juez prevaricador? Porque, si no lo está diciendo, entonces debería ahorrarse las insinuaciones sobre cenas o cacerías.

En el tema de la Operación Gürtel, no puedo evitar la sensación de que existe una buena dosis de escenificación. ¿Están ustedes seguros de que lo que Garzón pretendía era hacer daño al PP en plena campaña de las elecciones autonómicas? Yo no. De hecho, lo que publiqué en su momento es que aquella operación apestaba a intento de afianzar a Rajoy frente a sus críticos dentro del partido. Y que la reacción del PP sería tocar a rebato para que sus electores salieran a defender al partido con su voto. Como así sucedió. Pasadas las elecciones, y después de montado el numerito con el asunto de la querella, pelillos a la mar. Dos capotazos y tres mohines para dejar caer que, aunque el Tribunal Supremo haya archivado el asunto, Garzón es un juez muy malo... y a otra cosa, mariposa.

No es la primera vez que nos regalan con esas escenificaciones que carecen de explicación si nos empeñamos en juzgar la realidad política como un simple enfrentamiento ideológico entre PP y PSOE. ¿Recuerdan ustedes cuando el amigo Miguel Sebastián, a quien sorprendentemente se nombró candidato para la alcaldía de Madrid, se descolgó en un debate de televisión con aquella exhibición, de cara a la cámara, de la fotografía de Montserrat Corulla?

¿Qué sentido tenía aquello? Desde el punto de vista de los usos políticos normales, ninguno, porque estaba claro que aquel ataque, tan zafio, no podía sino beneficiar a Alberto Ruiz Gallardón, induciendo de nuevo entre sus descontentos electores el deseo de salir a protegerle con su voto. Como así fue. Miguel Sebastián consiguió que los resultados del PSOE en las elecciones municipales de Madrid fueran desastrosos y que Ruiz Gallardón, a quien buena parte de los electores del PP deseaba castigar por sus desmarques del partido, reeditara su mayoría absoluta.

Y, sin embargo, lejos de significar ese fracaso el fin de la carrera política de Miguel Sebastián, al poco tiempo se nombraba ministro a este paracaidista que le hizo la campaña a Gallardón en un minuto. Lo que lleva a pensar, evidentemente, que si se nombró a Miguel Sebastián candidato a alcalde, era precisamente para hacerle la campaña a Gallardón.

Permítanme una pregunta de carácter futbolístico: cuando los presidentes de dos clubes rivales se insultan en vísperas de un importante derby, ¿creen ustedes que eso quiere decir que se odian? ¿Quiere eso decir que a esos dos presidentes les va la vida en ganar o perder el partido? ¿O están, por el contrario, animando el ambiente, para ver si venden el mayor número de entradas posible? Todos conocemos la respuesta: una vez pasado el derby, los dos presidentes, que acaban de mentarse a sus respectivos muertos delante de las cámaras de televisión, se ponen ciegos de ostras cenando juntos en cualquier marisquería. O se van de cacería los dos de la manita, con Garzón o sin Garzón.

Lo cual no es algo malo. El fútbol no es otra cosa que espectáculo y nadie está obligado a verlo. Los únicos que sufren son aquellos aficionados lo suficientemente ingenuos como para no entender que a los presidentes de los clubes, a los entrenadores de los clubes y a los jugadores de los clubes les importa un soberano bledo que su equipo gane o pierda, porque para ellos todo es simple negocio.

¿Con quién caza o cena Garzón? Yo no lo sé. Pero a mí lo que me gustaría saber es con quién caza y con quién cena cada uno de los miembros de la cúpula de los partidos. Más que nada, para saber cuánto hay aún de ideología en nuestro panorama político y cuánto es, por el contrario, simple teatro electoral.

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