domingo, 10 de mayo de 2009

JOSÉ MARÍA RUIZ-MATEOS

ENTREVISTA EXCLUSIVA | JOSÉ MARÍA RUIZ-MATEOS
«Si entra Boyer por esa puerta, le doy un abrazo. Si me pidiera trabajo, posiblemente se lo daría»


Rejuvenecido El empresario jerezano, de 78 años, se ha sometido a varias operaciones de estética.

Está emitiendo pagarés de Nueva Rumasa y quiere comprar Caja Castilla-La Mancha. Aún se levanta a las seis de la mañana, niega tener Alzheimer y cree que hay miembros del Gobierno que simpatizan con él. A la vicepresidenta De la Vega le dio una medalla de la patrona de Rumasa para que también ella haga milagros. «Mi madre decía que hay que perdonar», asegura en su primera entrevista en 15 años.

Por Cristina Caballero . Fotografías de Luis de las Alas

José María Ruiz-Mateos, 78 años cumplidos y mil batallas imposibles que le han pasado factura en la mente y en el cuerpo, ve el final cada vez más cerca. En la primera entrevista que concede en 15 años quiere dejar claro que se acabaron los tortazos, «Te pego leche», los trajes de Superman y las persecuciones a todos los que le expropiaron Rumasa hace ya 26 años. Su discurso está plagado de referencias a su padre, fallecido hace 50 años, a la Virgen y a Dios.

Nos recibe con un abrazo apretado, traje gris cortado a medida y pañuelo inmaculado en el bolsillo de la chaqueta, en su casa de Somosaguas, la única propiedad que no fue expropiada por estar a nombre de su esposa, Teresa Rivero. Nada más llegar, un piropo, el primero de los 25 que vendrían después, sin contar las lisonjas dirigidas al fotógrafo: «¡Mirad los perros! Nunca habían estado tan felices; es por tu presencia…».

Le digo que muchos le creen muy enfermo, inmóvil, con un Alzheimer avanzado. «¡Pues déjame que te dé otro abrazo para que veas que estoy sano! Eso son tonterías, bulos que se inventan mis enemigos», dice sonriendo y con un punto de orgullo por saberse aún importante. Pronto llama a sus hijos mayores, Zoilo y José María, presentes a lo largo de toda la entrevista. Luego se unen otros dos hijos, Pablo y Javier.

Ha vuelto a recomponer su empresa, que ahora se llama Nueva Rumasa y que está inmersa en una emisión de pagarés a un interés garantizado del 8% para conseguir financiación sin tener que llamar a los bancos. ¿El holding de la abeja vuelve a ponerse en pie? «De eso nada, yo siempre digo: ‘¡Que te holding!’», contesta riendo. Ha aprendido la lección y ahora sus compañías son independientes entre sí. A lo último que ha accedido, para ganarse la confianza de los inversores, es a auditar las empresas, aunque los números los guarda celosamente.

Su expresión se ha difuminado después de las incontables operaciones de estética, pero su acento jerezano y su peculiar humor siguen intactos.

P.¿Por qué decidieron comenzar la emisión de pagarés de Nueva Rumasa el 23 de febrero, aniversario de la expropiación de Rumasa?

R.Aquí todo lo importante se hace el 23-F.

P. Después de haber levantado de nuevo el imperio de Rumasa, ahora tiene ganas de un banco, ¿no? La emisión de pagarés suena a ensayo, al fin y al cabo, están captando ahorro del público…

R. El otro día le escuchamos al gobernador [del Banco de España] que decía que había nueve cajas con problemas… ¡Pues dénos las nueve a nosotros, hombre, las nueve, ja, ja, ja! Hay algo muy importante para nosotros, el personal, que para nosotros es sagrado. Cuando compramos Clesa, con 1.400 trabajadores, dijo un director: «Aquí sobran 400». Y yo le dije: «A lo mejor sobra usted, y no los 400». Él no está, y los 400 han aumentado. Nuestra filosofía es la siguiente: para nosotros, la empresa hay que asistirla, cuidarla y atenderla como si fuera lo más importante. La importancia verdadera se la damos al personal. Es muy difícil que nosotros despidamos a nadie. Los comités de empresa están encantados con nosotros. Cuando compramos Apis, los americanos dijeron: «Hay que recortar personal». Pero nosotros nos negamos. Y ahora hay mucha más plantilla que antes.

P. ¿Pero se han dirigido al gobernador del Banco de España para mostrarle su interés por tener un banco o una caja?

R. Sí, le hemos escrito una carta pidiéndole que nos recibiera para una cuestión muy importante, que es la de poder adquirir Caja Castilla-La Mancha. De momento, no hemos recibido respuesta, pero la carta la hemos hecho pública. Nos preguntan: «¿Pero en qué circunstancias os quedáis con CCM, con lo que hay ahí dentro...?». La cosa es fácil, según nuestra idea: hágase un banco, por ejemplo, el Banco de Castilla, al que le van pasando los activos sanos, y lo que corresponda y proceda. Entonces nace una cosa nueva, flamante, limpia. Y como tiene 500 oficinas, se mantienen las 500 oficinas y al personal. Nosotros no somos doctores como para decirle al Banco de España lo que tiene que hacer, pero sería el remedio, porque liquidar es un desastre. Como nosotros tenemos ganas de trabajar, le pedimos al gobernador que nos dé una oportunidad de ayudar al sistema financiero.

P. Hombre, va a ser difícil que a Ruiz-Mateos le vuelvan a dar un banco.

R. ¿Por qué?

P. Creo que hay sectores que todavía le temen, no confían en usted…

R. Pues te voy a decir una cosa: hay mucha gente del PSOE con ánimo de justicia que cree que con Rumasa hubo un error y están a favor de que conmigo se actúe como con cualquier empresario… De hecho, la Junta de Andalucía nos llamó en su momento para que nos hiciéramos cargo de empresas con problemas. Nos están muy agradecidos, y estamos colaborando.

P. ¿Por qué sus hijas no están en el consejo de administración?

R. Los seis hijos son empresarios. La madre educó a las hijas para ser madres de familia. Ellas están dedicadas a ese cometido, no están en la dirección de la empresa, pero naturalmente, tienen su participación igual que sus hermanos. Están encantadas.

P. Su mujer, en cambio, sí ha estado trabajando…

R. Sí, ella tuvo que hacerse cargo del Rayo, tuvo muchísimo mérito. Hay que ver cómo estaba el Rayo Vallecano y cómo está ahora. Le dedica tiempo, sentimiento, corazón, se ha ganado a toda Vallecas. No es fácil ver que tu equipo está en Segunda B, a la gente le da igual quién pone el dinero, lo que quieren es ver a su equipo en el lugar que le corresponde. Tiene mucho mérito, es una tarea dura. Pero ella está acostumbrada a la dureza.

P. Incluso a veces ha sido más popular que usted, no sé cómo llevaba usted eso…

R. Ja ja. ¡Ella es la popular, no yo! Sabes eso que se dice, que detrás de un gran hombre hay una gran mujer… Pues aquí es al revés: detrás de una gran mujer hay un pequeño hombre.

P. ¿Por qué están comprando empresas en plena crisis?

R. Nuestra actitud es diferente a la de otras empresas, estamos haciendo lo contrario a lo que hacen otros, que ven todo negativo, caótico, un espanto, y crean un clima peor todavía. Somos optimistas. Yo estoy convencido de que de la misma manera que vino el diluvio que nadie esperaba, con la cantidad de medidas que están practicando permanentemente, se volverá otra vez a los buenos tiempos. Lo que pasa es mucho un problema de confianza. Una vez me encontré con la vicepresidenta De la Vega en el avión. Me levanté y le dije: «Chica responsabilidad tiene el comandante de la nave con la vicepresidenta». Luego me volví a levantar, ya en vuelo, y le dije: «Yo creo que Dios no distingue entre el color de un partido o la ideología. Se fija en el corazón del político, en su capacidad para hacer el bien a los demás, sin distinción ninguna. Yo conozco, y todos sabemos, señores de derecha que meten la pata y otros de izquierda que son magistralmente honrados». Me senté otra vez, y por último me levanté con un medallón de la Virgen del Perpetuo Socorro, patrona de Rumasa, y le dije: «Aquí tiene usted una virgen milagrosa para que usted también haga milagros en beneficio de todos los españoles sin distinción ninguna por su forma de pensar».

P. ¿Qué le contestó ella?

R. Se acercó a mi sillón, pues iba yo detrás, y me dijo: «Muchísimas gracias por el regalo de la Virgen, se lo agradezco muchísimo». Al día siguiente me mandó una carta desde La Moncloa que empezaba diciendo: «Mi querido José María...». Y yo me dije: «Esto marcha, ja, ja, ja».

P. ¿Cree que la vicepresidenta simpatiza con usted?

R. Una vez, cuando vino el Papa a Valencia, estaban el presidente y ella. El Papa le preguntó a ella: «¿Y usted a qué se dedica fundamentalmente?». Y ella le contestó: «A solucionar los problemas que el presidente me manda para que yo resuelva». Es muy trabajadora, y muy inteligente. Entonces, acto seguido, le mandé una carta y le dije: «Temas pendientes, señora, el de Rumasa todavía!». Yo creo que ella sí simpatiza. Otra cosa son las circunstancias…

P. ¿Le queda alguna cuenta pendiente con Rumasa?

R. La injusticia de Rumasa todavía dura. Nosotros estamos convencidos de que se solucionará, aunque es tremendo que el Gobierno calle sobre una cosa que dura ya 26 años, cuando la Justicia nos ha dado la razón. Nos dicen: «La situación económica no permite lo que se reclama». Pero ten en cuenta que se puede hacer de muchas maneras, no solamente en papel moneda. Hay muchas maneras de devolvernos lo nuestro. Por ejemplo, Rumasa tenía fincas como la de la Almoraima [la mayor empresa rústica expropiada a Rumasa, en Castellar de la Frontera, Cádiz], que está valorada actualmente en 50.000 millones de pesetas y está en manos del Estado.

P. ¿Cuánto piden por la expropiación de Rumasa?

R. Queremos que se haga justicia. Las cifras que se barajan son tres billones de pesetas [18.000 millones de euros]. Otra cosa es llegar a un acuerdo, y yo te diría más: hay partes del Gobierno que están predispuestas. Pero, claro, esas cosas no son fáciles. En Canal Sur, salió un reportaje en el que se nos daba la razón.

P. Esta casa estuvo embargada, ¿no?

R. Es curioso, porque intentaron quitárnosla, pero estaba a nombre de mi mujer y no pudieron. Nos quitaron absolutamente todo, pero de una manera absolutamente calamitosa, como te puedes imaginar. Esto fue la señora Carmen Tagle, la fiscal del caso, aunque prefiero no hablar de ese pasado tan amargo ni del comportamiento y la actitud de esta señora, que en algunos puntos fue lamentable.

P. ¿Ha perdonado ya a los responsables de la expropiación?

R. Absolutamente. Y hace mucho tiempo. Yo no me las doy de nada ni soy ejemplo de nada, pero es un principio esencial. Mi madre siempre decía: «Hay que perdonar, hay que perdonar…». Y aquí el perdón ha sido totalmente absoluto.

P. ¿A Boyer también le ha perdonado?

R. Te voy a decir una cosa: si entra Boyer por ahí, por esa puerta, le doy la mano y un abrazo. Y si me pidiera trabajo, posiblemente se lo daría. Pero es que cualquier persona que tenga un mínimo de formación religiosa tiene que hacer eso. Lo otro sería horrible, si me quedara todavía odio, inquina… Dios ayuda.

P. Su familia es otro de sus pilares. ¿Nunca le han reprochado nada, ni cuando salía a la calle con esos disfraces y armando escándalo?

R. Nunca. A base de mucho esfuerzo, de mucho trabajo, de mucha entrega, y con un comportamiento ejemplar por parte de mis hijos, hemos podido superar esto. Mis hijos tienen un sentido de la responsabilidad enorme, que no es normal en absoluto. A las nueve en punto están trabajando. Tenemos una unión pétrea, compacta, granítica. Tenemos un eslogan: «Aquí todos somos buenos; el menos bueno soy yo, y soy buenísimo. ¡Cómo serán los demás!».

P. ¿Ha recompuesto su relación con el Opus Dei? En el pasado acusó a algunos de sus miembros, como Luis Valls Taberner, fundador del Banco Popular, de haber apoyado la expropiación…

R. Yo soy muy claro hablando: a mí me llaman el hombre de las tres lágrimas. Había 800 empresas muy importantes y 75.000 personas. Yo no he llorado nunca por eso. Mis tres lágrimas son: cuando se habla de la Virgen, cuando se habla de mi padre y cuando se habla del fundador del Opus Dei. Viví trifulcas profesionales, y los enemigos de la Iglesia se aprovecharon para atacar, molestar, dañar al Opus Dei. Cuando me di cuenta, frené y no quise seguir haciendo daño. Yo siento por el fundador del Opus Dei, por los sacerdotes y por mucha gente buena, mucho amor. Me guardaré mucho de perjudicar y de dañar a la Obra. Soy un entusiasta y un admirador.

P. ¿Sigue siendo miembro del Opus?

R. No, lo que pasa es que con todo aquello de la refriega, todo el mundo sabe que discutí con Valls Taberner… Pero cuando me enteré de que estaba enfermo, a pesar de que yo llevaba razón, pues poco menos que le pedí perdón por hacerle sufrir. Con independencia de lo que pasó entre nosotros, es un hombre que ha hecho una labor a la Iglesia impresionante. A través de la financiación ha ayudado no sólo al Opus Dei, sino que ha hecho obra social de todo tipo. Pero el Opus Dei está muy por encima de los bienes materiales. Una vez José Manuel Lara, el padre, que era un personaje distinto al resto de los comunes, me dijo [pone voz ronca, imitando al editor Lara, fundador de Planeta, ya fallecido]: «Si usted escribe sobre Rumasa y la expropiación, y dice la verdad, se vende como rosquillas. La verdad, porque si un lector se da cuenta de que le están mintiendo, eso no sirve de nada». Antes de que lo trastoquen, lo cambien, y pueda perjudicar a la Iglesia, chitón; no he vuelto a hablar más.

P. En estos años, ¿se ha arrepentido de algo? Cree que se equivocó en algo?

R. Yo siempre digo una frase del fundador del Opus Dei que me gusta mucho: «No soy nada, no tengo nada, no valgo nada, soy la nada». Y ahí le añado yo que soy menos que la mismísima nada. Hay otra frase en el libro Camino, que dice: «¿Te molesta que hayan dicho eso de ti? Dale gracias a Dios por lo que han podido decir y no han dicho». A lo mejor una cosa nimia, pequeña, molesta más que el que te digan: «Éste es un cretino, una desgracia». Y por último, hay otra frase. Cuando hay una cosa adversa, una contrariedad, una tribulación, una congoja, él decía: «Señor, si tú lo quieres, yo también». Mi mujer es muy piadosa, y tiene una gran formación religiosa. Ella sí pertenece al Opus Dei. Ella asume siempre lo de si Dios lo quiere yo también, pero cuando le meten un gol al Rayo, ya se queda callada como diciendo: «Si Dios lo quiere, yo también, pero aquí Dios se ha pasado…».

P. ¿Sabe que se dice por ahí que tiene usted Alzheimer y que está muy enfermo?

R. Pues ya ves que no. Sí lo he oído. Cuando a mí me dicen falsedades de que si estoy muy enfermo, de que si tengo el Alzheimer, que si esto y lo otro, ¿qué importa?

P. ¿Quién cree que lanza esos bulos?

R. Son intencionados, sin duda alguna. Le contaría muchas cosas más, pero como no cuento…

P. Pues cuente, ahora tiene la oportunidad.

R. Ya, pero entonces el hijo de Lara me va a decir: «Mira, ¿no me dijiste a mí que no? La esencia ya te la he dicho.

P. ¿Pero se refiere a sectores empresariales, políticos, judiciales?

R. Es que a mí me da un poco de apuro hablar de esto, porque no soy nada, no puedo presumir. Pero la religión, en esencia, cualquier religión, al final es Dios y prójimo. Y basta. Lo demás es secundario. Hay que perdonar. Yo tengo una familia que es una joya, una maravilla. Por otra parte, yo tengo adoración por mi padre. Si me hablan de mi padre, lloro, y algunos dicen: «Eso es por la edad». Y yo digo: «Seré viejo desde hace 50 años, porque he llorado siempre». Mi padre tenía una fe gigante, un amor al prójimo fantástico y grandes virtudes humanas. Y eso es lo que queda. Al final de la vida, lo que queda son los favores hechos a los demás y la predisposición. Esto no lo he dicho nunca delante de un periodista, pero si Dios dice que me va a mandar tormento mayor de lo que he padecido, yo firmo [saca la servilleta de debajo del vaso de agua y firma con su bolígrafo]. Para mí todo es providencial, yo no creo en lo casuístico, en lo fortuito. Todo está perfectamente controlado por la providencia.

P. Y hay que aceptarlo como viene, según dice la religión cristiana... ¿Y, entonces, todos esos años de rebeldía que ha tenido, de salir a la calle a mostrar su rabia?

R. Todo lo que he hecho ha sido sólo y exclusivamente para demostrar que aquello fue injusto. La gente no es tonta, y sabe que fue una injusticia. ¡Cuántos cientos de adhesiones nos han llegado ahora, a raíz del tema de Caja-Castilla La Mancha! Algunos nos dicen: «¡Olé, tus cojones!

P. ¿Sigue mandando en la nueva Rumasa?

R. Tengo 78 años y me levanto a las seis de la mañana. No he cambiado, me gusta estar aquí. Con las adquisiciones y todo eso cada uno tiene su papel, pero las decisiones las tomamos entre todos. Somos un bloque. Para mí es una satisfacción muy grande que los seis sean continuadores. Seguramente me muero y no pasa nada.

P. ¿Tiene amigos empresarios, aparte de Berlusconi? Creo que el primer ministro italiano le recibió en su residencia…

R. Sí, son todos mis amigos. Fuimos a Italia porque el Vaticano me daba una medalla y Berlusconi quiso recibirnos. Conocía toda la historia de Rumasa, se solidarizó con nosotros, fue amabilísimo.

P. ¿Banqueros como Botín, por ejemplo, también son amigos suyos?

R. Yo conocí al padre. Pasó por Rumasa, hace muchos años. Tenía aún pocas oficinas y controlaba en un papelito los movimientos que se producían diariamente en todas ellas. Y alguien me dijo: «¿Sabe una cosa? El padre va a tener que vender el banco, porque el hijo no sirve». Y mira por dónde... Para mí es un hombre admirable, es uno de los banqueros más importantes del mundo. Eso es lo que me hubiera gustado a mí, seguir su camino de éxito.

P. Se necesita también mucho apoyo por parte del poder…

R. ¿Sabe qué me gusta de España? Que tenemos un gran capital humano, gente dispuesta, gente preparada, dispuesta a lo que haga falta. El pesimismo y la falta de confianza es lo malo. Lo que hace falta es trabajar, olvidarse de las pesadillas, que funcionen las máquinas y que se dé empleo.

P. ¿Su paso por la política ya está olvidado? R: Ahora respetamos a todo el mundo. Pero nosotros somos sólo empresarios.





EL ZUMBIDO DE LA NUEVA ABEJA


La nueva Rumasa está compuesta por 107 empresas con unos 10.000 empleados y una facturación de más de 1.500 millones. Huyendo de errores del pasado, no se ha formado sobre un holding, sino que cada empresa es independiente y no consolidan como grupo.

El germen de Nueva Rumasa fue la compra de Bodegas Garvey en 1996. A partir de ahí, los Ruiz Mateos han ido adquiriendo empresas en crisis para levantar de nuevo el imperio. En el sector alimentario domina Clesa, comprada al Grupo Parmalat en 2007. Marcas como Chocolates Trapa, Cacaolat, Dhul o Helados Royne llevan el sello de los Ruiz Mateos. Rumasa también tiene más de 10 hoteles en toda España. Su objetivo ahora es hacerse con una entidad financiera.




SUPER RUIZ-MATEOS.


Desde la expropiación de Rumasa, en 1983, José María Ruiz-Mateos ha escenificado su protesta de manera bastante teatral. Sus disfraces, su “te pego leche” a Boyer, sus candidaturas electorales o sus entradas y salidas de prisión han hecho de él uno de los personajes más conocidos del empresariado español. Su mujer, Teresa Rivero, y sus 13 vástagos (siete hijas y seis hijos) le han acompañado estos años.

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