El Instituto Nacional de Estadística finiquitó ayer oficialmente 15 años de crecimiento ininterrumpido. Tal como se preveía, España se ha instalado en la recesión tras registrar los dos últimos trimestres de 2008 un crecimiento negativo. En el tercer trimestre del año pasado nuestro PIB cayó un 0,3%, y en el cuarto un 1%. Que el conjunto del ejercicio se saldara con un crecimiento medio del 1,2% -gracias al empuje que aún experimentó el PIB en los dos primeros trimestres -da idea de lo acusado de un desplome que ha resultado mucho más grave de lo pronosticado por el Gobierno como por el Banco de España. La evolución negativa ha sido tan brusca que ningún experto se atreve ahora a vaticinar cuándo volverán las vacas gordas.
El FMI y la Comisión Europea coinciden en que la recesión se prolongará un año más de lo previsto por Zapatero. Es decir, lo peor aún está por llegar y en modo alguno cabe aguardar el inicio de la recuperación antes dl segundo semestre de 2010.
Un dato especialmente preocupante es que ha sido la caída del consumo doméstico lo que más ha influido en la crisis; mas incluso que el desplome de la construcción. Ni la bajada de tipos ni la caída de los precios han sido suficientes para imprimir seguridad a las familias. Mientras el Ejecutivo no comenta reformas para mejorar la competitividad y dinamizar el mercado laboral -con el fin de acortar la sangría del paro- la economía no recibirá la dosis de confianza que requiere su reactivación.
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