Las víctimas tienen razón siempre. Siempre. Porque incluso cuando parecen no tenerla hay que ponerse en su piel, comprender sus posibles salidas de tono, entender que el dolor puede provocar descontrol anímico, ver las cosas bajo un falso prisma, incluso la medicación afecta en algunos casos a sus comportamientos. Las víctimas, siempre, tienen razón.
Dicho esto, escrito esto, si el quinto aniversario de la masacre del 11-M, de la tragedia del 11-M, encontramos colectivos de víctimas que dicen sentirse desprotegidos, olvidados, no tratados como se merecen, habrá que exigir a las autoridades que reconsideren sus iniciativas y que además lo hagan desde muy dentro, desde el corazón, para que llegue el afecto y el cariño a las víctimas que llevan cinco años de sufrimiento.
Quienes han perdido el oremus, el sentido y el buen criterio son los socialistas madrileños. Su decisión de no sumarse a los actos conmemorativos organizados por el Gobierno regional, en protesta por haber dado carpetazo a una comisión de investigación parlamentaria, no se tiene en pie. Mezclar política con actos de solidaridad no sólo es un disparate, sino que demuestra escasa talla personal. Tomás Gómez yerra de principio a fin con esa postura en la que pretende dar palos a Esperanza Aguirre en la cabeza de las víctimas del 11-M.
Pocas veces se ha visto un gesto más equivocado.
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