miércoles, 27 de mayo de 2009

EL EXPERIMENTO DE LOS MONOS FLUORESCENTES

NUEVO MODELO DE INVESTIGACIÓN
El experimento de los monos fluorescentes

Portada de la revista Nature

* Científicos japoneses crean un modelo animal nuevo para investigar enfermedades
* Los primates expresan un gen fluorescente que se les introdujo en el laboratorio
* El gran paso consiste en que uno de los ejemplares transmitió dicho gen a su prole


Actualizado miércoles 27/05/2009 19:00 (CET)

CRISTINA DE MARTOS

MADRID.- Son cinco monos de la especie 'Callithrix jacchus', más conocida como tití común. En la oscuridad, brillan con luz verde, pero ésa no es su mayor virtud. Son el primer modelo realizado en un primate distinto del macaco y un hito científico ya que es la primera vez en la historia que se consigue que la fluorescencia se manifieste en una segunda generación. El mérito es de un grupo de investigadores nipones y ocupa la portada de la revista 'Nature'.

En los últimos años hemos asistido al salto a la fama de las células madre o la terapia génica. Pero estas técnicas, antes de poder utilizarse en la clínica, deben pasar una serie de filtros de seguridad. Como no es posible utilizar cobayas humanas, nuestros parientes más cercanos, los primates, se perfilan como los mejores candidatos para experimentar estas técnicas. Pero para ello, es necesario reproducir en estos animales las enfermedades a tratar.

Japón, de donde proceden los autores de este nuevo hallazgo, es el país llamado a liderar esta carrera, debido, principalmente, a las estrictas limitaciones que existen en Estados Unidos y Europa para la investigación con primates. En este caso, un equipo del Instituto Central de Experimentación Animal de Kawasaki ha logrado crear titís que portan una proteína fluorescente y que fueron capaces de reproducirse y transmitírsela a sus hijos. Esto abre la puerta al estudio de enfermedades humanas y su tratamiento en estos homínidos.

Los trabajos, dirigidos por Erika Sasaki, comenzaron con la inyección de un virus unido a esta proteína en 91 embriones de 'Callithrix jacchus'. De ellos, 80 fueron transferidos a 50 hembras para que los gestaran. Finalmente, nacieron cinco ejemplares, dos de ellos gemelos, portadores del gen brillante.

Lo más excitante, señala Sasaki, fue el nacimiento de una cría macho a partir del esperma de uno de los gemelos. Este tití, como su padre, tenía la capacidad de brillar en la oscuridad. La transmisión de este gen transgénico a la siguiente generación es la clave para crear un modelo animal útil y nunca antes se había logrado.
Un experimento moralmente ambiguo

Lo único que diferencia a estos monos de los demás de su especie es que relucen. Sin embargo, el experimento atraerá sin duda la atención de los defensores de los derechos de los animales ya que se trata de un primer paso hacia el desarrollo de modelos de primates para el estudio de enfermedades humanas.

La suerte de los titís podría escapar a este destino gracias a que genéticamente distan lo suficiente de los seres humanos como para que muchos investigadores no consideren satisfactorio el estudio de algunas patologías en ellos. Su escaso tamaño y la limitación de algunas de sus capacidades mentales condicionan su uso como 'cobayas'. Aunque también tienen ciertas ventajas, como su corto tiempo de gestación (144 días), lo rápido que alcanzan la madurez sexual (12-18 meses) y el elevado número de crías que tienen a lo largo de la vida (entre 40 y 80).
[foto de la noticia]

Los macacos, por el contrario, tienen más opciones de convertirse en pequeños laboratorios con vida propia. El problema reside en la corta vida de los modelos creados hasta la fecha (los ejemplares con enfermedad de Huntington presentados hace un año por investigadores de Estados Unidos murieron, salvo uno, de forma prematura) y en la incapacidad para que estos procreen y transmitan el 'transgen' a su descendencia.

Cuando este inconveniente se resuelva, cosa que sucederá tarde o temprano, existirá la posibilidad de "hacer que un mono sufra desde su nacimiento hasta su muerte una enfermedad humana y que su prole también la padezca", explica un editorial publicado en la revista. Estas familias de primates enfermos sufrirán patologías como la esclerosis lateral amiotrófica y la distrofia muscular, que al ser raras son muy difíciles de estudiar, o condiciones neurodegenerativas.

Desde el punto de vista ético, existe un dilema. Para los editores de 'Nature', "estos experimentos están justificados por el valor de la investigación [hallar la cura para enfermedades], siempre y cuando se realicen de forma razonable". En opinión de Sasaki, "si puedes hacerlo en roedores o 'in vitro', debes hacerlo. Pero para muchas patologías, como el Parkinson, no hay aún un buen modelo".

Simon Festing, Director Ejecutivo de Comprendiendo la Investigación con Animales (una organización británica creada con dicho fin) ha señalado que "mientras que es potencialmente excitante para los avances médicos, una evaluación ética cuidadosa y un compromiso público continuo son vitales para mantener la confianza en estas investigaciones".
Lejos aún de los ratones transgénicos

"El nacimiento de esta cría de tití [la de segunda generación] es, sin duda, un hito", señalan en un artículo sobre los trabajos de Sasaki dos investigadores. A pesar de su potencial como modelos de enfermedades y del éxito de este equipo japonés, "sus resultados palidecen al lado de los logrados con roedores", añaden Gerald Schatten, de la Universidad de Pittsburgh (Pensilvania, EEUU) y Shoukhrat Mitalipov, de la Universidad de Salud y Ciencias de Oregón (EEUU).

Los ratones transgénicos, de momento, son muy superiores. El escollo que deben salvar los trabajos con primates es el uso de un vector viral para introducir el gen deseado. El problema de esta técnica es que el gen se inserta de forma aleatoria en el ADN, como ha ocurrido con los titís de Sasaki, que expresaban la fluorescencia en distintas partes del organismo. Por el contrario, en los roedores el 'transgen' está programado bien para integrarse en un punto concreto del genoma bien para provocar una mutación determinada.

Sin embargo, como apunta el equipo japonés, "las diferencias genéticas y fisiológicas que existen entre los primates y los roedores dificultan la extrapolación de los resultados obtenidos en modelos de enfermedades en ratones a su aplicación clínica directa en humanos". Por eso, el desarrollo de un modelo primate "acelerará el avance de la investigación biomédica", especialmente de la terapia génica y con células madre, añaden.

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