PROTESTAS EN FRANCIA
La depilación por láser, un tratamiento estético sin regular en España
* Las esteticistas francesas protestan porque su uso está restringido a dermatólogos
* La bajada de precios está permitiendo usar aparatos de baja calidad y poca efectividad
Depilación láser en una clínica estética (Foto: Raul Bogajo)
MADRID.- Las esteticistas francesas se han echado a la calle esta semana para pedir un cambio en la legislación que les permita usar las últimas técnicas de láser para depilar a sus clientes. Desde 1962, cualquier método más sofisticado que la cera o las pinzas queda reservado en el país galo para los dermatólogos cualificados. En España, por el contrario, han proliferado los centros que utilizan el láser con fines estéticos en los últimos años pero no existe ninguna normativa estatal al respecto.
Las 'esthéticiennes' galas se quejan de que son las únicas en Europa que no pueden utilizar el láser en el ejercicio de su profesión a causa de la norma de los años sesenta sobre intromisión profesional. Sin embargo, la Confederación Nacional de Institutos de Belleza (CNAIB, según sus siglas en francés), señala que sus clientes les exigen ya las últimas tecnologías depilatorias, como la luz intensa pulsada (también llamada lámpara flash o IPL) y el láser.
Ambas técnicas de fotodepilación (depilación por luz) utilizan aparatos y tecnologías diferentes (en el primer caso se emplea una luz mixta, compuesta por muchos haces; mientras que en el segundo, la luz es pura, de un solo color) y pueden estar indicadas para usos diferentes, según el tipo de piel o de vello de cada persona y la zona a tratar.
Vacío legal en España
Al contrario de la férrea legislación francesa, en España existe "un vacío legal tremendo", como reconoce el doctor Jaume Tufet, vicepresidente de la Sociedad Española de Medicina Estética (SEME). "El uso del láser está tan extendido que ningún político se atreve a meterle mano a esta situación".
De hecho, en nuestro país "no existe una regulación específica a nivel nacional". Según Tufet, la única comunidad autónoma que dispone de una norma es Castilla-La Mancha que autoriza a las esteticistas a usar algunos tipos de láser: "Concretamente los llamados tipos 1 y 2, que prácticamente no depilan nada; mientras que reserva para uso médico los tipos 3A, 3B y 4".
En Cataluña existe además un documento elaborado por el Departamento de Sanidad que establece que los tratamientos de fotodepilación "deben hacerse bajo control médico". El texto ("no es una norma", apostilla Tufet), especifica que si la actividad de Medicina Estética implica la utilización de aparatos láser," al frente de estos equipos sólo podrán estar profesionales sanitarios que hayan recibido un nivel de formación adecuado y siempre bajo la supervisión de un licenciado en Medicina". Sin embargo, la realidad es que en nuestro país "lo único que hay que tener para comprar un aparato de fotodepilación es dinero. Ni siquiera hace falta ser esteticien o tener formación. Hasta un mecánico podría si quisiera", critica el representante de la SEME.
Guerra esteticistas-dermatólogos
Los cientos de trabajadores de centros de belleza franceses concentrados ante las puertas del Ministerio de Sanidad francés han acusado a los dermatólogos de estar llevando a cabo una guerra soterrada para evitar la entrada de competidores en el negocio del láser. En la práctica, algunos centros de estética ya se están equipando con aparatos de láser, explica el diario 'Le Figaro', aunque legalmente se exponen a las demandas que puedan interponer los dermatólogos por intromisión.
"Estamos obligadas a usar métodos que datan de la época de Cleopatra. Legalmente no podemos modernizarnos", se lamenta a la BBC Michele Lamoreux, presidenta de CNAIB, una organización que agrupa a más de 15.000 miembros. "Los dermatólogos dicen que es una cuestión de salud pública, pero sólo están defendiendo sus intereses", ha añadido.
Las esteticistas del país vecino argumentan que el 80% de sus clientes acuden a los centros para quitarse el vello, y añaden: "Los pelos son asunto nuestro, no de los dermatólogos". Los médicos, por su parte, les acusan de estar tratando con el láser algo más que el exceso de pelo: "Algunos centros están usando la luz pulsada para tratar lunares o manchas de la piel que pueden ser un indicador de cáncer de piel y necesitan ser revisados por un especialista", les ha respondido Luc Sulimovic, de la Unión de Dermato-Venereologistas.
Riesgos para la piel
Los láser de última generación atraviesan las capas superficiales de la piel por medio de una luz pulsada. La melanina del folículo absorbe la luz, y queda destruido por acción del calor, sin dañar otras estructuras y sin permitir el futuro crecimiento del pelo.
El tratamiento está contraindicado en personas con determinadas patologías como la epilepsia, el herpes simple, durante el embarazo y la lactancia (aunque no es una contraindicación absoluta y algunos centros lo hacen, si se trata de zonas alejadas del abdomen), en caso de fiebre e infecciones, diabetes mellitus o en personas que en tratamiento con ácido retinoico o productos que produzcan fotosensibilidad (como algunos antibióticos). Y sobre todo en individuos con trastornos previos de la pigmentación o muy morenos de piel. Sus principales complicaciones pueden ser la aparición de quemaduras, cicatrices y alteración del color de la piel.
La proliferación de este negocio en España, como explica Tufet, está provocando incluso el uso de aparatos de láser de bajo precio y de baja calidad, "copias chinas que depilan un pelo de vez en cuando". Por eso, desde la Sociedad de Medicina Estética se plantea una regulación de este sector para que, al menos, las esteticistas que se dedican a esto "reciban una formación" y para que se clasifiquen los distintos tipos de láser según su peligrosidad y seguridad, bien para uso médico o estético. "Nosotros no estamos contra nadie", añade conciliador, "porque estos centros no están haciendo nada ilegal. La situación es culpa de la Administración".
También es partidario de esta regulación el catedrático Jorge Soto, miembro de la Academia Española de Dermatología. "Cualquier dispositivo que accede al cuerpo humano implica un riesgo, pueden surgir complicaciones y es necesario que la persona que lo aborde tenga una formación. En este caso sobre la piel y sobre el aparato que está empleando".
Para Soto, no es lo mismo la depilación de las piernas de una persona sana que la eliminación del vello de la cara de una joven de 18 años, "que puede tener algún trastorno en los ovarios y lo que necesita es un tratamiento hormonal". Tampoco es lo mismo, reconoce, que realice el tratamiento personal sanitario con formación sobre el láser, que "una persona que ahora está haciendo eso y luego cortando el pelo". Por eso es partidario de regular todas estas situaciones heterogéneas y establecer bien qué nivel de preparación es necesario para cada tipo de láser ("ya que existen distintas intensidades y eso implica diferentes riesgos").
MARÍA VALERIO
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