
En su mensaje para la Cuaresma
En su mensaje cuaresmal, que este año lleva por título “Jesús, después de hacer un ayuno durante cuarenta días y cuarenta noches, al fin sintió hambre”, Benedicto XVI se detiene a reflexionar sobre “el sentido del ayuno“, una práctica que en nuestra sociedad hedonista ha perdido “su valor espiritual”.
Así, el Papa explica como el ayuno contribuye “a dar unidad a la persona, cuerpo y alma, ayudándola a evitar el pecado y a crecer la intimidad con el Señor“. Esta práctica “tiene como último fin ayudarnos a cada uno de nosotros”, como escribía Juan Pablo II en su Encíclica Veritatis Splendor, “a hacer don total de uno mismo a Dios”, añade.
Por lo tanto, el Santo Padre recomienda que en cada familia y comunidad cristiana “se valore la Cuaresma para alejar todo lo que distrae el espíritu y para intensificar lo que alimenta el alma y la abre al amor de Dios y del prójimo”. El Pontífice piensa, especialmente, “en un mayor empeño en la oración, en la lectio divina, en el Sacramento de la Reconciliación y en la activa participación en la Eucaristía”. Benedicto XVI invita también a mantener viva la actitud “de acogida y atención hacia los hermanos” y anima a intensificar “la escucha de la Palabra de Dios y la limosna”.
Iván de Vargas
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