sábado, 14 de marzo de 2009

JOSÉ MARIA GARCIA : "EL CÁNCER ME HA ACERCADO A DIOS"


El cáncer me ha acercado a Dios"

De él dice Raúl del Pozo que como periodista es un killer; como persona, un ángel. Durante la conversación, desde luego, se muestra cordial como un saludo radiofónico. Pone a parir, eso sí, a antiguos compañeros de fatigas que ya no son amigos suyos. Pero eso, con su permiso, queda fuera de la entrevista por no ser objeto de la misma. A pesar de su estatura, García -Supergarcía- fue, es y será el más grande.

-Me cuentan que de niño llegó a plantearse la vocación religiosa.
-A los once o doce años rondó por mi cabeza ingresar en los Hermanos de las Escuelas Cristianas.

-¿Qué pasó?
-Que a esa misma edad supe lo que quería ser: contador de cosas.

-Los primeros pasos los dio en Perseverancia, la revista del colegio Maravillas.
-Aún recuerdo la antediluviana máquina de fotos del hermano Feliciano.

-El nombre de aquella publicación coincide con el rasgo principal del carácter de usted. ¿Casualidad?
-Mi paso por el Maravillas (y, luego, por el Sagrados Corazones) me imprimió carácter.

-¡Y qué carácter! Le ha valido un montón de amigos… y de enemigos.
-La indiferencia es el encefalograma plano del comunicador.

-A los enemigos, ¿les perdona?
-No les guardo el menor rencor. Además, ¿quién soy yo para perdonar? Se me olvidan, no existen.

-Y usted, ¿pide perdón?
-Debería hacerlo. Y constantemente. He sido insolente, atrevido, a veces injusto… ¡Ah! Y en ocasiones he hecho, sin querer, daño.

-Cuando estaba en activo, ¿se daba cuenta?
-Trabajaba a tal ritmo… que no veía lo suficiente.

-Ahora ,en cambio…
-He aprendido a vivir. Está claro: un tío no empieza de verdad a serlo hasta que cumple los cincuenta.

-Y si a la edad le sumamos los años de reposo provocados por una enfermedad…
-Entonces ni le cuento. A mí el cáncer me ha acercado mucho a Dios. Sin Él, me hubiera rendido…; sin Él y sin mi familia.

-Diga algo a aquellos que estén pasando por algo así.
-Que sigan luchando. Y que si tienen que decir adiós, que lo hagan sin tirar la toalla.

-Dice que sus familiares rezaban por usted. ¿Y usted por ellos?
-Ya sólo rezo para que Dios proteja a los míos. Para mí no pido nada.

-¿Por qué?
-Porque me ha dado más, muchísimo más, de lo que necesitaba y merecía. Me he ganado sobradamente la vida haciendo lo que me gustaba. Lo he tenido todo.

-Estará agradecido, ¿no?
-Es que hay gente que habla mejor, con muchísimo más bagaje cultural, buenísimos profesionales… Y, sin embargo, no han tenido las mismas oportunidades que yo.

-Eso es una responsabilidad…
-Soy consciente, sí. Por eso he tratado de ser fiel a una máxima: inflexible con los poderosos, generoso con los débiles, y siempre en busca de la verdad.

-¿Quién le enseñó a buscarla?
-Emilio Romero.

-¿Y quién le ayudó a perseverar?
-Juan Pablo II. Fue en una audiencia que nos concedió a mi mujer, a mis dos hijos y a mí. Puso su mano sobre mi hombro y, mezclando español con italiano, me dijo: “Figlio, sigue luchando por la verità”. No olvidaré sus palabras. Ni la expresión de su cara.

-Queda claro: da gracias a Dios. ¿Le reprocha algo?
-Ver que unos tienen todo y otros nada hace que me pregunte: “Pero ¿Dios sabe esto? Y si lo sabe, ¿por qué lo permite? ¿Acaso no es bueno?”.

-¿Se lo pregunta mucho?
-Procuro no hacerlo; me provocaría mucha confusión. A veces, lo confieso, soy cobarde.

-Y otras muy valiente. Por ejemplo, fue uno de los firmantes de la petición de moratoria del aborto a la ONU.
-La vida no es nuestra, sino de Dios. Él nos la da, Él nos la quita. Y usted me preguntará: “¿Y los que no creen?”.

-¿Y los que no creen?
-Ése es su problema.

-Habrá quien piense que qué extremista.
-Contra lo que pueda parecer, no soy en absoluto partidario de abogar por los extremos; lo soy más bien de ponerme en el pellejo de los demás.

-Por cierto, en el acto de presentación de la moratoria recordó una frase que le dijo a un cardenal español.
-”La fe no me la vais a quitar, pero la afición…”.

-¿Significa eso que ha dejado de practicar?
-Lo he dicho por activa y por pasiva: soy católico, apostólico y romano. Y, además, presumo de ello.

Gonzalo Altozano

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