GANA NORUEGA
El fiasco de Soraya
El artista noruego Alexander Rybak. | Efe
* La canción española recibió 23 puntos: Andorra (12), Portugal (7), Suiza (3) y Grecia (1)
* La 'stripper' Dita von Teese sale más recatada, a petición de la organización
* La noche comenzó con la actuación de los acróbatas del Circo de Sol
Actualizado domingo 17/05/2009 07:44 (CET)
DANIEL UTRILLA (corresponsal)
MOSCÚ.- Después de un año entero intentando olvidar para siempre los pasos pegadizos del 'Chiki-chiki', Soraya saltó al escenario del Olimpiski de Moscú con la garra, la fuerza y las dudas de siempre. Pero España terminó añorando el experimento de Rodolfo Chikilicuatre. La extremeña no hizo honor a su canción -'La noche es para mí'- durante las votaciones en las que arrasó Noruega y ella quedó penúltima.
Soraya compareció ceñida por un vestido perlado de incrustaciones de cristal (10.000 en total) y minifalda azul 'estilo Tarzán'. Pero su grito no convocó el entusiasmo de la fauna eurovisiva. Sostenida por dos bailarines rusos, la extremeña evolucionó con brío y acabó desapareciendo a lo Houdini en un calculado truco de magia. Se la tragó la tierra, y a buen seguro se habría quedado allí de intuir el severo castigo que le reservaban los 'eurofans'. Además de Andorra, que nos regaló 12 'points', sólo nos votaron Suiza (3), Grecia (1) y Portugal (7).
Tras una lucha desesperada por el evitar el fondo del pozo con lituanos y finlandeses, España quedó la penúltima con 23 puntos. El año pasado el Chiki-chiki quedó decimosexto, con 55. "Me siento tranquila porque hemos hecho un buen trabajo y también muy satisfecha de cómo ha salido la actuación", se resignaba Soraya tras el final de la gala. "Me quedo con la experiencia que he vivido, los grandes amigos que he hecho y feliz porque ahora se me conoce en Europa".
Soraya, durante su actuación. | Efe
El único momento en que Soraya levitó en el estadio Olimpiski de Moscú fue cuando sus bailarines la sostuvieron en volandas durante la coreografía. Porque, en verdad, la noche fue toda para el noruego Alexander Rybak, un violinista de 23 años recién cumplidos que compareció con tanto ímpetu que rompió el arco de su violín y todos los techos de puntuación del festival (387 votos). Nadie había llegado a los 300 puntos y él los logró cuando aún quedaban 10 países por emitir su veredicto.
Dita von Teese ha salido al escenario (abajo) mucho más recatada que en los ensayos (arriba) | Efe/AP
La sangre bielorrusa del artista noruego revolucionó las pituitarias de numerosos votantes de la mitad oriental de Europa durantre el clásico recuento bilingüe de puntuaciones. "¡Ganó nuestro Rybak!", exclamó al final de la votación el comentarista de la televisón rusa. Envuelta en sones celtas y saltos cosacos, la victoria de Alexander Rybak (que habló en ruso al final de la ceremonia) compensa el fracaso relativo de Anastasia Prijodko, la ucraniana que cantó por Rusia, encallada en la mitad de la tabla.
Prijodko cantó el estribillo en lengua ucraniana (lo que desató en su día las protestas de los diputados ultranacionalistas). La idea de la fugacidad del tiempo quedó reforzada con el envejecimiento vía digital que fue arrugando el rostro a la cantante en varias pantallas gigantes durante la actuación. Un efecto especial que no cuadra con un festival donde predomina el 'glamour' y el confeti por encima de todo.
Seis años después de su desaparición, los jurados recuperaron voz y voto en Eurovisión: su veredicto se mezcló a partes iguales con la sentencia del público para evitar el amiguismo masivo de países de la ex Yugoslavia y la antigua URSS. No obstante, las fraternidad geográfica acabó aflorando como siempre.
Presentada por la cantante Alsou (que representó por Rusia en el festival de Eurovision del año 2000) y el periodista Ivan Urgant, la gala perdió el tono 'kistch' de las últimas ediciones gracias a un mayor quietismo escenográfico desplegado por señoras voces como la de Francia (Patricia Kass), Malta, Estonia, Rusia o Islandia. La británica Jane Ewen, por ejemplo, actuó acompañada al piano por el insigne compositor Sir Andrew Lloyd Webber, autor de musicales como 'Cats' o 'El fantasma de la ópera'.
Frente a la sobriedad escénica y la 'sosería' de todas ellas, Ucrania, Grecia, Turquía o la misma Soraya expusieron coreografías desatadas. También prometía el escote de la stripper estadounidense Dita von Teese, integrante del grupo de baile del alemán Alex Christensen. Pero al final hizo caso de las recomendaciones de la organización y 'cerró' unos centímentros su vertiginoso escote para evitar mostrar los pechos.
El lado más festivalero del certamen recayó sobre el griego Sakis Rouvas, que mostró todo su perfil etrusco sobre una cinta corredera con ademanes propios de Bruce Lee. En la memoria de los 'eurofans' quedará la actuación de Israel, a cargo Noa y Mira Awad, que entrelazaron sus cuerdas vocales cantando en hebreo y árabe para convertir durante tres minutos las vallas espinosas que separan ambos pueblos en un liso pentagrama.
Pese al número acrobático del 'Cirque du Soleil', la gala de Eurovisión fue la menos circense de los últimos años. La 'perestroika' que sufre el certamen quedó ilustrada en la sobreabundancia de violines (Noruega, Estonia, Gran Bretaña), un instrumento que simbolizó la vuelta a los origenes musicales del festival tras un lustro de desconcierto 'friki'.
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