domingo, 14 de junio de 2009

"LA CAJA DE PANDORA" : CONMOVEDOR Y DURO RETRATO DE LA CONVIVENCIA CON EL ALZHEIMER

"La caja de Pandora": conmovedor y duro retrato de la convivencia con el Alzheimer



La directora, guionista y productora otomana Yesim Ustaoglu deja en esta dramática cinta, que se alzó con la Concha de Oro en la última edición del festival de San Sebastián, que todos los demonios de los protagonistas salgan de su oscuro escondite y no quede más remedio que enfrentarlos. El catalizador para que tres hermanos cuarentones se las tengan que ver con sus distorsionados recuerdos de infancia y, sobre todo, con lo que han llegado a ser en la vida, es el diagnóstico de alzheimer que le hacen los médicos a su anciana madre.

Alicia Huerta

13-06-2009


La mujer, Nasret, está interpretada por la nonagenaria actriz francesa Tsilla Chelton y es, sin duda, lo más destacado de este filme claramente impulsado por sus personajes, y el papel le sirvió para ganar la Concha de Plata a la Mejor Actriz. La directora tuvo muy claro desde el principio del proyecto que quería a Chelton para dar vida al tierno y conmovedor personaje de Nasret. Por ello, no dudo en desplazarse a Bruselas donde vive la veterana actriz, a quien tuvo que convencer para que interpretara el papel, ya que al principio no parecía muy dispuesta a aceptarlo. Pero finalmente, se embarcó en la aventura que supuso el rodaje, para el que tuvo que trasladarse a Turquía, enfrentarse con una cultura completamente desconocida para ella e incluso aprender el idioma.

La anciana Nasret, curtida por el duro trabajo en el campo durante toda su vida, vive sola en una aldea montañosa de la costa del Mar Negro hasta que un día desaparece. Los vecinos avisan a sus hijos que viven lejos del pueblo, en la bulliciosa ciudad de Estambul, y que enseguida emprenden el largo viaje en coche para ir en su busca. Y este será el momento en el que empiezan a aflorar sus envidias y complejos que arrastran desde su niñez. Cuando por fin la encuentran extraviada en el bosque y, ante la gravedad de la enfermedad neurológica que padece, a los hijos no les queda más remedio que llevarla con ellos a la ciudad, donde la anciana se encontrará cada vez más perdida y sola. Lo cierto es que ninguno de los tres hijos, Nesrim, Güzim y Mehmed, saben enfrentarse a la difícil situación que amenaza con transformar sus respectivas vidas y, así, la madre pasará de una casa a otra hasta terminar en una residencia. Sólo la relación con su nieto adolescente, Murat, interpretado por Onur Ünsal, que se ha escapado de casa y vive su particular etapa de rebeldía hacia sus padres y hacia un mundo que no comprende, es auténtica, basada en el cariño y, especialmente, en la ausencia de prejuicios de abuela y nieto.

Aunque gran parte del argumento de la cinta gira alrededor de la terrible enfermedad, en sus síntomas y en la complicada convivencia con este tipo de enfermos, en realidad se trata más de una llamada de atención acerca de las relaciones humanas, la falta de comunicación, la pérdida de los valores tradicionales y los traumas familiares escondidos. El ritmo con que se desarrolla la trama es lento, a veces, demasiado, porque se detiene sin ninguna prisa en las expresiones, en los gestos y en los pequeños detalles, encuadrados con una cuidada fotografía, que se ocupa, además, de mostrar al espectador los bellos y poco conocidos paisajes fuera de los clásicos de la colorida Estambul.

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