"La custodia compartida es la mejor opción"
Paulino Castells
Abigail Campos
La custodia compartida es "lo mejor que se puede hacer" para los hijos de padres divorciados, porque se trata de la situación más similar a la de la vida matrimonial.
Así lo sostiene el doctor Paulino Castells, que acaba de presentar el libro Los padres no se divorcian de sus hijos. Claves para seguir con ellos tras la separación (Ed. Aguilar).
Castells, doctor en Medicina y Cirugía y especialista en pediatría, neurología y psiquiatría, advierte en cualquier caso de que la custodia compartida no es una opción fácil, "porque para una pareja que no se entendía antes, implica dosis de gran voluntad".
Desde que se aprobara la Ley del divorcio en 1981, se ha ido pasando de la casi exclusividad de las custodias maternas tras el divorcio, a la búsqueda de otras opciones y siempre en pro del bienestar de los niños.
Una reciente sentencia del Tribunal Superior de Justicia de Cataluña del pasado septiembre se pronunció a favor de la custodia compartida como mejor alternativa para los hijos de padres divorciados.
Sin embargo, plantea no pocos desafíos, según destaca Castells en su último trabajo. Como argumentos a favor, hay un contacto del niño con ambos padres, con lo que tienen un menor sentimiento de pérdida tras la separación y sus progenitores se reparten equitativamente las responsabilidades. Como argumentos en contra, se puede afectar la estabilidad emocional del niño debido a los continuos cambios de una casa a otra, que pueden entorpecer su rutina diaria, tan importante en edades infantiles.
"Los padres han de estar dispuestos a tener las mismas pautas educativas y mantener las mismas rutinas con los niños cada vez que estén a cargo. Por ejemplo, un niño no se puede acostar a las ocho con un progenitor y a las diez con el otro", indica el experto.
EXPLICACIONES
"Los padres no se divorcian de sus hijos" recuerda que los niños pueden sufrir "consecuencias graves" ante la separación conyugal. "Pueden sufrir un divorcio traumático y llevarlo mucho tiempo consigo", recuerda Castells.
La peor edad es, sin duda, la adolescencia, "porque es una época en la que lo pasan mal ya de por sí, están inmersos en una búsqueda personal y de repente se
encuentran con que un modelo de identificación desaparece. Entonces el desconcierto es total".
En casos de niños más pequeños, la situación se supera con más facilidad. "Si todo iba bien en la relación con sus padres antes del divorcio, y después continúan atendidos y queridos, no tiene porqué pasar nada".
Muchos hijos se sienten culpables de la separación de sus padres, sobre todo a edades tempranas. "Hay que tranquilizarles siempre y hacerles ver que no son arte ni parte si no, más bien al contrario, que pueden convertirse en el principal apoyo para alguno de los progenitores o para ambos".
Explicar a un niño que sus padres se van a divorciar no es tarea fácil. Castells sugiere que, si es posible, se establezca un guión común y que el anuncio se haga con todos juntos. "No es bueno hacer declaraciones por separado". Lo ideal es comunicarles con claridad que habrá cambios, pero que la culpa no es de nadie y que padre y madre seguirán cerca, pase lo que pase. "Papá y mamá ya no van a vivir juntos, porque ya sabes que si seguimos haciéndolo nos enfadamos y no queremos que te disgustes con nosotros, pero no te preocupes, porque te queremos igual y siempre estaremos a tu lado", sugiere el doctor.
Castells recuerda que el divorcio es un fenómeno relativamente reciente, propio de la segunda mitad del siglo XX, por lo que aún no se ha comprendido plenamente de qué modo nos afecta. Con este libro, el autor asegura querer presentar "el prospecto de una vacuna que deben administrar los padres para inmunizar a los hijos ante los efectos adversos del divorcio".
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