Nuevos ministros sin carrera
Actualizado el 19/4/2009
En contra de lo que ocurre en Francia o Estados Unidos, donde los másters en Harvard o el Institut d’Études Politiques de París abundan en los currículum de los políticos y gestores públicos, en España un alto porcentaje de altos cargos de la Administración pública carece de formación específica de alto nivel. Que el presidente del Gobierno o el líder de la oposición no dominen la lengua de Shakespeare no sorprende en España, pero es muy alarmante y sirve como muestra del bajo nivel académico de nuestros dirigentes.
La mayoría de los parlamentarios son licenciados en Derecho, Ciencias Políticas o Economía, pero no todos los Secretarios de Estado, alcaldes o presidentes autonómicos se han formado adecuadamente para desempeñar sus actuales cargos dentro de la Administración pública. La muestra de la falta de técnicos gestores en la Administración pública ha quedado patente en la última crisis de Gobierno, en la que el gallego José Blanco, que no logró pasar del bachillerato, aunque intentó licenciarse en Derecho por la UNED, era nombrado ministro de Fomento.
Blanco es el claro ejemplo de que en los órganos de Gobierno suelen mandar los favores políticos más que la capacidad de gestión y la preparación académica. Pero el ejemplo más alarmante lo tenemos en el propio ministro de Trabajo e Inmigración, Celestino Corbacho. Según el currículum que tiene colgado en la web del ministerio, Corbacho, antes de ser militante del PSOE en 1976, era “profesional del comercio”. Después de eso, el hoy ministro de Empleo fue concejal en Hospitalet, cargo en el que estuvo hasta 1995 cuando se convirtió en alcalde. Una carrera de fondo, con mucha práctica en la vida municipal, pero nula teoría y limitados conocimientos de economía o legislación.
La pregunta que surge cuando conocemos este currículum es la siguiente: ¿Cómo va a gobernar la cartera de Trabajo un persona cuya formación no pasa del bachillerato? Vaya por delante que todas las profesiones son válidas, necesarias e igualmente dignas, aunque no todas están remuneradas de igual manera ni conllevan el mismo grado de responsabilidad.
Otro de los altos dirigentes españoles que carecen de titulación académica es José Montilla, presidente de la Generalitat de Catalunya. El líder catalán tuvo dos intentos fallidos. Comenzó a estudiar Economía y también Derecho, pero ambas se le resistieron. Sin embargo, accedió a la alcaldía de Cornellá de Llobregat (Barcelona) y, de ahí, al Ministerio de Industria.
Marcelino Iglesias, presidente de Aragón, tampoco ha pasado por la universidad. Trabajó de joven en una explotación familiar agraria, y, más tarde, se convirtió en instructor de esquí. Años más tarde sería alcalde de Bonansa (Huesca), y en 1999 accedió a la Presidencia del Gobierno aragonés.
Otro aspecto que da idea del caos de cargos públicos que existe en España, y de que, en la mayoría de los casos, los nombramientos a dedo responden a amistades políticas, es que muchos de los secretarios de Estado ocupan departamentos que nada tienen que ver con sus profesiones.
Lea este reportaje íntegro en la revista Época
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