domingo, 3 de mayo de 2009

"SOY EL PRINCIPAL ENEMIGO DEL PP. ANTES LO FUI DEL PSOE Y AHORA, DE LOS DOS"

ENTREVISTA | FEDERICO JIMÉNEZ LOSANTOS
«Soy el principal enemigo del PP. Antes lo fui del PSOE y ahora, de los dos»


El azote de las ondas. Federico Jiménez Losantos se define, a sus 57 años, como un antisistema que denuncia los abusos del poder.

Dice que no entiende por qué la Cope se deshace de su programa, La mañana: 1,4 millones de audiencia y el 70% de los ingresos de la cadena. Pero él mismo se responde: la Iglesia ha sucumbido a la lucha de poder de las órdenes laicas y se ha rendido al bando de Rajoy y Gallardón. Mientras crece la polémica sobre este fenómeno de las ondas, amado y odiado a partes iguales, Jiménez Losantos publica La otra vida, un libro de haikus, poemas japoneses.

Por Elena Pita. Fotografía de Chema Conesa

Dice que es una cuestión de carácter: nació con tendencias suicidas y una pulsión irrefrenable por llevar la contraria. Le debe a su madre que ambos instintos no desembocaran en una muerte temprana, un cadáver exquisito. La madre, maestra, impartía sus lecciones con el niño en el cuco («nací en una tiza»), el mayor de sus tres hijos; luego le prepararía para exámenes de beca sentado entre sus alumnas adolescentes de la escuela municipal (Orihuela del Tremedal, Teruel, 1951). El primer sonido que recuerda Federico es aquel de «a, e, i, o, u», la cartilla recitada a coro por las niñas. Así pues y a base de becas, el niño, el joven Federico, Jiménez Losantos, llevando la contraria hizo buena carrera en la Filología y la Literatura (doctor en Hispánicas), y también en la contracultura de una Barcelona efervescente de Transición democrática. Era profesor y crítico literario, agitador cultural, poeta y ensayista, cuando le contagiaron la fiebre del periodismo de opinión (en el Diario 16 de Pedro J. Ramírez): allí encontró el perfecto antídoto a la muerte diaria.

Lleva 17 años canalizando sus tendencias destructivas en los micrófonos de la Cope: FJL es un antisistema irreductible en el seno de la confesionalidad católica más conservadora, el extraño caso de Federico: «Necesito llevar la contraria al poder establecido, tirarle piedras, controlarlo y recortarlo en todo lo posible, que siempre será poco». Se define no creyente y liberal, y regeneracionista (de las estructuras del Estado, empezando por la Justicia), y yo añadiría: kamikaze, francotirador, picadura de alacrán. Había empezado a escribir una historia sobre su linchamiento a manos del poder político («sobramos testigos»), cuando la Cope, que vive de los dos millones de audiencia de su programa, anuncia la disolución de La mañana y tal vez, o por ende, de la propia cadena, que sucumbiría así, dice él, al «nuevo régimen posibilista» o al PP «sucesor» de Zapatero, y a las luchas cainitas entre las sectas católicas (o sea kikos, Opus Dei, Comunión y Liberación, neocatecúmenos, Legionarios de Cristo...): si no sirves a mi causa, mejor no sirvas a ninguna: tal sería la premisa. «Esto es una cosa cubana», interpreta el cabeza de turco, aliviado ya de la responsabilidad de mantener a 900 familias con su pico de oro, soportando el encono de sus fans, la algarabía de sus detractores, blanco o negro.

P.El fenómeno Cope, una cadena de audiencia masiva, generalista y a la vez confesional, única en Europa, ¿estaría pues tocando a su fin?

R.Yo creo que sí, porque las órdenes tradicionales están desapareciendo y son sustituidas por estas nuevas y laicas, donde los kikos son los más poderosos. Cada una tiene su idea del cristianismo y va a lo suyo, y la Cope es un lugar de paso, no un fin en sí mismo, y si no le sirve para su estrategia prefieren liquidarla antes de que otros se aprovechen.

P. ¿Qué le ha pasado con los curas?

R. ¿A mí? Nada. Desde que quedé el primero en Catecismo en mi pueblo, siempre me ha ido bien con los curas. ¿Quieres decir con la Cope? Pues la verdad no lo sé, no lo entiendo, pero se ha rendido a la presión política.

P. ¿Y a Cañizares con usted?

R. Pues que decidió sumarse al coro de Rajoy, al bando posibilista. Estamos viendo un proceso de cambio de régimen, y lo que sobran son testigos molestos.

P. O sea, ¿que sabe usted demasiado?

R. No, pero tengo la costumbre de no callarme y eso es muy desagradable para los que tienen cosas que ocultar. Hasta hace unas semanas, Cañizares era todo miel y azúcar, y de pronto se puso a la cabeza de la fracción contraria a Rouco, porque al no haber podido heredar su poder lo único que le queda es la ambición. Mi idea es terminar mi contrato y ya está, hasta San Federico, 18 de julio.

P. ¿Y después qué?

R. Pues aún no lo sé: el caso es que me hagan una oferta de buena fe y no un apaño para evitar que me vaya a otro sitio. El panorama de los medios, especialmente la radio, está cambiando a tal velocidad que no puedo aventurar nada.

P. La emisora le quita el programa y usted opina que, si la Cope fuera «exactamente una empresa», lo que debiera hacer es doblarle el sueldo...

R. Eso fue una metáfora: no pierdo nunca la ocasión de meter la pata. En todo caso lo último que haría sería echarme, por una razón fundamental: en plena crisis, si el 70% de la facturación es La mañana...

P. Ese millón y medio de oyentes, ¿son mérito personal suyo o de la emisora?

R. La mañana tendrá unos dos millones de audiencia, pero la cuestión ahora ya no es ésa, si no cómo hacer que una empresa sobreviva a esta crisis. Y si la facturación de este año del programa, sorprendentemente, ha sido superior al año anterior, ¿cómo vas a cargarte tu primera fuente de ingresos? Pues porque no es una decisión empresarial.

P. Si no es «exactamente una empresa», ¿qué es entonces la emisora? ¿sólo un instrumento de propaganda?

R. Quiero decir que no funciona con criterios empresariales: prescindir de los dos programas de más facturación [junto a él se iría César Vidal, conductor de La linterna] es un auténtico disparate. Pero no, propaganda es la que se hace con dinero público, como ocurre con este dislate de las cadenas autonómicas; todo lo que se paga con dinero privado es opinión libre.

P. ¿Es ésta la venganza de Ruiz-Gallardón?

R. No, es una suma de varias cosas. Hay un sector eclesial que está por el cambio que promueve el Mariano de ahora: seamos como el PSOE y heredaremos el poder; o sea, no alternativa sino continuidad. Otros pensamos que lo que España necesita es una regeneración radical de sus instituciones.

P. ¿Por qué se opone usted tan furibundamente a que el PP suelte la caspa y tome un rumbo más centrado?

R. Si es que no se ha centralizado un carajo, lo que ha hecho es corromperse. Pero esto no es de ahora, empieza en los últimos dos años de Aznar y el pacto por la Justicia o el reparto de jueces, que se carga todo proyecto de regeneración institucional que empezaba precisamente por despolitizar la Justicia, y reformar el mercado de trabajo, y la educación, que es la clave. Lo que ocurre es que cuando Mariano pierde, por segunda vez, decide hacer de Gallardón, convoca el congreso búlgaro de Valencia y se deshace de quien le molesta.

P. ¿Se ha sentido cómodo estos años en el papel de portaestandarte de la derecha?

R. Ahora soy el principal enemigo del P

P. Antes lo fui del PSOE y ahora, de los dos. Yo me las arreglo para ser siempre el malo: es una virtud que tengo. Pero sólo soy portaestandarte de mí mismo, y defiendo mi libertad de expresión, y si mi opinión molesta, pues mejor.

P. ¿Dónde está? Defínase.

R. Estoy donde siempre: soy un liberal español.

P. ¿Qué significa ser liberal?

R. Defender los derechos y libertades particulares sobre los del Estado.

P. Federico, ¿qué media en sus ojos, qué ve usted entre el blanco y el negro?

R. Muchos colores, el arco iris completo.

P. Acusa al PSOE de fomentar la rivalidad de dos bandos que parecieran eternos. Usted en cambio, ¿qué predica?, ¿acaso no azuza este enfrentamiento cainita?

R. No, yo predico la oposición al Gobierno, que es lo que tienen que hacer los medios de comunicación decentes: controlar al poder y meterle el dedo en el ojo. Esta es la diferencia entre una democracia (los medios controlan al poder) y una dictadura (el poder controla a los medios). Y aquí estamos más cerca de la dictadura del poder político, por culpa sobre todo de la superinflación de medios públicos.

P. ¿Acaso no había más control sobre los medios en la era Aznar?

R. No, porque Aznar era muy maricomplejines, y por eso se inventa la mamarrachada del centro.

P. O sea, ¿que el centro no existe?, ¿no hay matices de gris?

R. ¡Qué va a existir!, pero ¿qué es el centro? ¿Cuál es el centro en la lucha contra la corrupción?: ¿estar contra la corrupción pero no mucho?, ¿estar a favor de la independencia de los jueces pero no demasiado? El centro es una gansada que nace de los complejos de la derecha en el tardofranquismo.

P. Perdone, pero no me encaja esa imagen de la derecha española sumisa y acomplejada, ¿sumisa de quién o qué?

R. No en la base, la derecha social: la capacidad de movilización popular de la derecha contra el Gobierno, en los últimos años, ha sido impresionante, no existió ni antes de la guerra. Pero la derecha política sí es acomplejada, y de ahí que muchos digan: «Yo no soy de derechas, soy de centro»;Tú lo que eres es un gili... ¿Suárez era de centro?, ¡pero si era el secretario general de la Falange!, ¿cómo que centro? Será el centro de la dictadura, ¿no? Es una chapuza que viene de la Transición. Y Aznar, que fue quien rehizo la derecha, desde la oposición, ayudado por algunos medios y periodistas como Antonio Herrero, Pedro J., etcétera, planteó una regeneración total de las instituciones, pero cuando llega al poder se carga de raíz toda posibilidad.

P. El poder que envilece.

R. Y corrompe y atonta. Aunque sólo fuera por el interés, debieran ser un poco más decentes.

P. ¿Sigue siendo amigo de Aznar?

R. Hasta donde uno es amigo de un político, tenemos una buena relación, me llevo bien con él.

P. Tengo una curiosidad, ¿cómo financia sus multas por difamación y delitos contra el honor de aquellos a quienes insulta?

R. Nunca he pagado una multa, está todo recurrido y, si hay Justicia en este país, seré absuelto de todos esos cargos. Las denuncias son un método típico de amedrentar; era una operación para acabar con la Cope cargándose La mañana o, lo que es lo mismo, la empresa. Son gajes del oficio, no es nada nuevo, sucede con todo aquel que moleste porque critica al poder.

P. Se refiere mucho a los complejos de sus contrincantes, ¿usted nunca ha tenido complejos, no los tiene?

R. Salvo de pobre... Al contrario, he tenido una infancia feliz, me he ganado la vida siempre con beca, con mi esfuerzo y trabajo.

P. Al parecer, su primera vocación fue la literatura, e incluso la escritura, ¿renunció a ello por la política?

R. No, jamás entraría yo en política, sólo me interesa como opción ciudadana, ¿pero como profesional? Vamos, antes me meto...

P. ¿No le gustaría mandar en el Gobierno?

R. Me horrorizaría: andar todo el día engañando a la gente, empezando por tus colaboradores, qué duro. Mi primera y última vocación es la poesía, y la culpa de que esté en esto es de Pedro J. y de Antonio Herrero. Mi primer poemario lo escribí con 18 años, pero no lo publiqué hasta el 82. Luego saqué una antología de 30 años de poesía, pero la poesía no interesa a nadie, y a mí lo que me gusta es escribirla. Lo que sí publico desde muy joven es el ensayo, y una revista literaria de la Universidad Central de Barcelona, Diván, donde nace una generación liberal de escritores, pensadores y artistas. Fueron unos años maravillosos en los que todo parecía posible.

P. De verdad que es usted sorprendente, nunca le hubiera imaginado amante observador de la naturaleza, menos aún escritor de haikus... ¿La rabia de la actualidad no le nubla esa contemplación?

R. No, en absoluto. Me gusta mucho este concepto panteísta de la cultura oriental, donde hasta la vida de las piedras es sagrada. La poesía oriental me interesa porque encierra lo esencial poético, lo primitivo que no exige un discurso, y que es la iluminación: un destello que da sentido y trascendencia a una vida que tiene muy poco sentido y ninguna trascendencia, que no es si no un paisaje exterior que te remite a tu interior. Y de pronto un día, hace dos años, me levanté en mi pueblo, había nevado, y me puse a escribir haikus. Pero el haiku, de tan breve y puramente descriptivo, llega a ser una obsesión; al final vas por el campo, ves una basura y piensas, ¿le hago un haiku? Llega un momento en que ni ves la naturaleza.

P. Dice que ha vuelto a sus paisajes de la infancia para escribir estos versos, ¿cómo fue su infancia?

R. Feliz, teniendo en cuenta que los niños son siempre seres atormentados. Fui muy querido por mis padres, y sobre todo por mi madre, incondicional. Esa confianza que te da el saber que tienes a la madre protectora detrás es un empujón que te dura toda la vida, y esto para el escritor es esencial.

P. ¿A ella entonces le debe su vocación?

R. En parte, y a mis profesores, entre los que tuve a Labordeta y a Sanchís Sinisterra, con quienes hice teatro, y al entorno. Mi madre iba para economista, pero le pilló la guerra. Entonces, con un cursillo se hizo maestra, como su padre, un republicano que después de vivir escondido como un topo murió al poco de terminar la guerra, de sufrimiento.

P. O sea, que en el instituto aprendió a ser actor, ¿ya entonces se le daba bien?

R. Me divertía. Dicen que tengo tendencia natural al espectáculo, pero creo que también esto viene del carácter alegre de mi madre, riojana: era un cascabel.

P. ¿Cómo recuerda el internado, desde los 10 años?

R. Fantástico: a esa edad lo que quería era salir del pueblo; luego la adolescencia fue más complicada. Estuve cuatro años becado en el internado de los pobres, que era del Frente de Juventudes.

P. ¿Y cómo recuerda la muerte de su padre, en esa adolescencia?

R. Murió cuando yo tenía 16 años, pero llevaba dos años enfermo y me dio tiempo a hacerme a la idea. Tengo un recuerdo muy bueno de él, nos quería mucho, y eso es lo que te queda. Era una persona de origen humildísimo, pero con talento y una voluntad y determinación fortísimas. Era zapatero de oficio, hacía y arreglaba zapatos.

P. Terminado el bachillerato se fue a Barcelona, militó en el PCE y luego el PSUC. Los fascistas proclamaban que a los de izquierdas había que enviarlos a Siberia, para desencantarlos. Usted eligió la China de Mao, y allí sufrió una conversión, ¿tenían pues razón los fascistas?

R. Aquel viaje fue el final de un proceso; el desencanto había empezado con la lectura de los disidentes soviéticos y la gente del POUM (la única izquierda ilustrada que ha habido en España y que evolucionó hacia la democracia) y de los liberales, Madariaga y compañía. El comunismo, para mi generación, era el sustituto de la religión: una manera de sentirse bueno ayudando a los pobres; y la consecuencia era la oposición a Franco y lo sórdido de su dictadura. Visité China el último año de la criminal revolución cultural y vi gente de mi edad en los campos de concentración: ¡ostras, estos no son los capitalistas que llevan décadas oprimiendo al pueblo! Me hice anticomunista absoluto.

P. No evoluciona hacia el socialismo democrático, sino que se pasa al anticomunismo.

R. Es que el socialismo es el comunismo descafeinado: un radicalismo de izquierdas como de antes de la República. No, no, o vale el comunismo o vale el liberalismo. Y ahora, la única alternativa real a la dictadura progre del socialismo es una alianza lógica entre liberales no católicos y católicos liberales.

P. ¿En aquella catarsis perdió para siempre la capacidad de utopía?

R. Yo no creo en la utopía, sino en la necesidad de llevar la contraria al sistema establecido, que tiende siempre a la corrupción y el abuso de poder. Hay que apoyar todo lo que sea poder antisistema, todo partido en contra del sistema establecido siempre que sea democrático.

P. Se produjo la conversión al contemplar los ojos de una joven china prisionera. También por influencia de una mujer, una tal Dolores, entró en el PCE, donde militó hasta que encontró a María, su esposa...

R. No, en el PSUC me mantuve por obligación moral hasta el día mismo en que lo legalizaron pero, de cualquier modo, lo suyo no era el comunismo cavernario como el de ahora. Era una amalgama de oposición a Franco.

P. ...¿Todo en usted entra por la visión de una mujer?

R. Sí, sí, estoy muy a gusto con las mujeres, y lo descubrí siendo niño, cuando mi madre me preparaba para los exámenes de beca e ingreso sentado en su clase de niñas adolescentes. Desde entonces me han parecido más interesantes que los hombres; las mujeres tienen trastienda, y por eso son más importantes en mi vida.

P. ¿Cómo se lleva con la suya?; o mejor dicho, ¿cómo ella le soporta?

R. Me soporta bien, con una paciencia benedictina. Nos llevamos muy bien desde hace 35 años. De mi vida familiar no puedo más que hablar bien: he tenido suerte.

P. ¿En casa se porta como en la radio?

R. No, la radio es un género. Y a mí me han civilizado mucho mis dos hijos [el pequeño, 20 años, estudia comunicación; el mayor, doctorando en Cambridge y ya escritor].

P. Al parecer le han salido conciliadores, ¿les recrimina por ello?

R. Noooo, estoy encantado con ellos. Lógicamente, se preocupan de que a su padre no lo maten ni lo linchen.

P. Hay quien dice que su mañana le amarga la mañana, ¿usted por contra se considera una persona simpática?

R. Soy simpático cuando me interesa. Y si les amarga, ¿por qué lo escuchan? Que pongan a Francino y se echen a dormir. Esta manía de que hay que cerrar la Cope y taparme la boca es una cosa cubana, de dictadura. Aunque no deja de ser honroso que toda la basura totalitaria se concentre contra uno, a veces es un poco pesadito.

P. ¿Siempre ha sido un valiente?

R. Lo que he sido es un inconsciente, nunca he sido miedoso; y esto es también cuestión de madre.

P. Cuenta en sus memorias que Severo Sarduy se enamoró de usted, ¿le han confundido muchas veces con homosexual?

R. Bueno, yo es que en mi juventud no estaba mal, gustaba mucho. Era una época de enorme promiscuidad, y yo me movía en un ambiente muy gay (Ocaña, Biel Mesquida, Severo Sarduy, Copi...) alrededor de la Filmoteca. Pero yo entiendo que la opción sexual es algo personal y no una moda, y nunca me interesaron los chicos. Así que como me negaba, esto acrecentaba el interés.

P. ¿Qué opinarán los supervivientes de aquello de lo que usted dice ahora contra los derechos adquiridos por los homosexuales?

R. Ya estamos con las mamarrachadas de la prensa de Barcelona: yo soy el primero que defendí las uniones civiles de homosexuales y convencí a Zaplana, que hizo un proyecto de ley. Lo que sí me parece mal es crear un conflicto innecesario con los católicos llamando matrimonio a lo que podría ser casamiento, unión civil, etcétera; el adanismo de Zapatero pretende inventar la vida y la historia, pero no se puede rescribir la civilización. Lo que pasa es que a la hora de caricaturizar al monstruo tocaba que fuera homófobo: lo siento, pero estoy a favor de la igualdad de sus derechos.

P. Federico no se me enfade, terminaré con uno de sus haikus: Mi vida / es un pequeño poema / que empieza por el final. ¿Cómo ve ese final?, ¿dónde espera que la Historia finalmente le coloque?

R. Me da exactamente igual, depende de quien la escriba; y como no tengo un sentido trascendente de la vida, vivo cada día como si fuera el último. Y como tampoco tengo fe, encuentro en la naturaleza el espejo del ser humano: es lo que va más allá de la cultura, lo que no controlamos y a lo que pertenecemos y nos sobrevive. Eso es lo que apunta este haiku: la vida es un tracto muy breve que se ilumina por la muerte, el final.

+ La otra vida (temas de hoy), de jiménez losantos, sale a la venta el 26 de mayo.









LAS CLAVES DEL FENÓMENO FEDERICO

Por Víctor Rodríguez
Audiencia. Debutó como director de La mañana de la Cope en septiembre de 2003. En diciembre de ese año, el espacio tenía 936.000 oyentes. En diciembre de 2008, la cifra era de 1.392.000, un 48% más.
Picos. En 2004, en un contexto de aumentos de audiencia generalizados después del 11-M, Jiménez Losantos se convirtió en el segundo locutor más escuchado de las mañanas de radio con 1.778.000 oyentes. Actualmente, según el Estudio General de Medios, es el tercero, por detrás de Carles Francino (Ser) y Carlos Herrera (Onda Cero).

Publicidad. Según él mismo ha declarado, el programa que conduce a diario de 6 a 12 del mediodía factura el 70% de la publicidad de la emisora. En términos generales, la franja matutina concentra la mayor parte de la audiencia y de la inversión publicitaria en las ondas. Según datos de la central de medios Mass Media, especializada en publicidad en radio, la audiencia de las mañanas supone el 37% del total. El intervalo entre las 6.00 y las 12.00 horas es una especie de prime time de la radio.

Otros medios. Aparte del programa de radio, Jiménez Losantos escribe cinco columnas semanales en El Mundo; presenta el programa semanal de televisión La Hora de Federico (Veo7); es fundador y vicepresidente del diario electrónico Libertad Digital, y dirige la revista trimestral La Ilustración Liberal.

Libros. Aún le queda tiempo para escribir libros con notable éxito. Además de recopilaciones de artículos y reediciones de éxitos como Lo que queda de España, que en los años 80 vendió 100.000 ejemplares, en las librerías se pueden encontrar títulos suyos de nuevo cuño. Recientemente, ha publicado De la noche a la mañana (La Esfera de los Libros, 2006) y La ciudad que fue. Barcelona, años 70 (Temas de Hoy, 2007). Del primero se despacharon 30.000 tomos sólo en las primeras 24 horas... y ya van 16 ediciones. Del segundo se han vendido 70.000 copias.

Influencia. En 2003, FJL no aparecía entre los 100 primeros en el ranking de personajes más influyentes de España que anualmente elabora El Mundo. En 2008 era el undécimo y el segundo periodista, por detrás de Pedro J. Ramírez. En la edición de 2009, el turolense seguía entre los 15 primeros.

Premios. Ha ganado, entre otros, el González-Ruano de periodismo (1993), el Espejo de España de ensayo (1994) y el Micrófono de Oro (2007).

Liberal. Con su estilo demoledor, Jiménez Losantos se ha convertido en la voz de una cierta y desacomplejada parte de la derecha hasta entonces casi muda. Juan Carlos Girauta, autor del libro La eclosión liberal y colaborador hasta hace unas semanas de Libertad Digital, le señala como el principal artífice de la propagación en España de lo que se ha dado en llamar pensamiento liberal: “Ha sido capaz de combinar dos registros muy difíciles de compaginar: el del ama de casa que no lee y el de la intelectualidad universitaria”.

Condenas. Su discurso vehemente le ha llevado al banquillo en varias ocasiones. Losantos ha sido condenado por injurias –en cinco ocasiones a lo largo de los últimos dos años– por sus apasionados parlamentos contra los dirigentes de ERC o el alcalde de Madrid, Alberto Ruiz-Gallardón.

Adversarios. Si la talla de un hombre se mide por el peso de sus enemigos, Losantos mide mucho más del 1,60 con que le ha dotado la naturaleza. “Víbora de la radio”, “pequeño talibán de sacristía” o “el okupa de la Cope” son algunas de las lindezas que la clase político-periodística le ha dedicado. Incluso el Rey ha llegado a quejarse en privado de las puyas matinales del director de La mañana.

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