viernes, 8 de mayo de 2009

"VALGO POR LO QUE SOY Y NO POR LO QUE TENGO"

Título: Evitar el consumismo

Subtítulo: “Valgo por lo que soy y no por lo que tengo”,

Autor: José Miguel Gaona

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"Cómprame", "quiero tener....", "mi amigo tiene más juguetes que yo”, “yo también quiero" son palabras y frases que frecuentemente oyen los padres y que cuesta eludir. ¿Cómo educar a nuestros hijos para protegerles del consumo innecesario?.



LA PRESIÓN DEL CONSUMO

Los adultos hemos comprobado que lo inteligente es ser feliz con pocas cosas, que con muchas no se es feliz. Hoy las habitaciones de los niños están repletas con las últimas novedades. No se debe abarrotar al niño de juguetes, pues además de incapacitarle para apreciar el valor de cada uno, le propiciaremos ansiedad y la interiorización del más y más, del consumismo a ultranza.

Por tanto, no se debe comprar compulsivamente (un 50 por 100 de los niños españoles dicen recibir «más de lo que piden») y dejarse guiar únicamente por los niños, pues estos han sufrido la presión de una publicidad que en Navidad es un auténtico bombardeo, el niño es utilizado como incitador de compra, es seducido para convertirse en portador de marcas.

Los programas no debieran de convertirse en contenedores de publicidad. Comerciantes y publicistas son conscientes del potencial de consumo que representan los más pequeños de la casa. Para ellos, los niños son un objetivo triple: lo primero, porque son en sí mismos consumidores y tienen dinero para gastar (en productos baratos), porque influyen en las compras que realizan sus padres y abuelos, además son los adultos del futuro ( fidelizados a marcas).

La sociedad consumista alimenta la insaciabilidad infantil pues cubre todas las necesidades reales o no y de manera inmediata. Los niños no están aprendiendo a esperar para conseguir un objetivo. Lo quieren ya.

El consumo además está orientado a la compra de productos “personalizados” que refuercen la individualidad.

La presión de consumo en ocasiones de sexo y violencia (muchas veces unidos) debe ser contenida, pues de otra forma creamos niños que ven en sus padres y abuelos unos «cajeros automáticos»; desearán ser «ricos» y la mayoría se “desencantarán”.

Hemos llegado a un punto, en que los niños se posicionan ante sus profesores como clientes.

Hay que razonar con ellos, poner límites, hacer comprender.

Desde el ejemplo cotidiano y el diálogo instructivo habrá de inocularse el antídoto a niños y jóvenes contra la despersonalización que puede conllevar el decir sí a las demandas comerciales. Se incentivará la capacidad crítica.

Soy Consejero de la OCU (Organización de Consumidores y Usuarios) quien convoca cada año el Premio Literario El Pequeño Consumidor que pretende animar a la reflexión de los más jóvenes sobre su condición de consumidores. Está destinado a niños de los distintos colegios de España y durante estos años hemos podido comprobar como conocen los productos, las marcas, el mercado, y como pueden ser parte activa para prevenir la presión del consumo.

La sociedad habrá de exigir de los medios de comunicación que eduquen en el buen consumo de los propios productos que publicitan. Y tendrán que realizarse campañas conducentes a la deconstrucción de la presión de consumo.

Es muy positivo hacerles saber que hay otros niños que no tienen juguetes (que no tienen nada), que es una felicidad compartir, no acaparar, ésta es una forma de regalarles la semilla de la solidaridad y erradicar el temprano egoísmo.

El niño, ha de ser rico, pero en el número de sonrisas que recibe.

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