Desde África y en una óptica africana la visita de Benedicto XVI aparece muy diferente de como es presentada en muchos medios de comunicación sobre todo europeos, tanto que parece que se trata de otro viaje.
Es diferente del falso enfoque brutal y propagandístico sobre la cuestión de los métodos para luchar contra el SIDA: una enfermedad que tiene una prioridad dramática para el continente africano, como lo saben bien las personas y las instituciones, católicas o no, que desde hace años se empeñan en el terreno en luchar contra este flagelo.
Solo desde la lejanía se puede pensar que la Iglesia no está haciendo, también en este campo, todo lo que puede hacer. Y con buenos resultados. El Papa lo ha repetido nuevamente y ha mostrado en Yaundé a los enfermos y a las personas que gastan su vida para estar cerca de ellos.
No hay que ignorar a los que buscan combatir el mal con acciones de solidaridad que están bajo los ojos de aquel que está dispuesto a mirar solo un poco más allá del propio bienestar, sin detenerse en las noticias elaboradas para provocar sensacionalismos.Ciertamente se puede disentir de la visión católica, pero ¿por qué se polemiza hasta con insultos y se distorsionan los hechos?
El viaje africano del obispo de Roma a Camerún y Angola es en realidad otro viaje. Acogido con entusiasmo vibrante por centenares de miles de personas: un pueblo joven que ha llenado durante casi tres días las calles de la capital de Camerún y que en su mayor estadio ha dado vida a una celebración impresionante, con oración en latín y cantos en distintas lenguas africanas, acompañados de instrumentos y danzas tradicionales. Y estaban presentes representantes de las conferencias episcopales de todo el continente.
Gian Maria Vian
Director
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