ESTRENO: 3 DE JULIO
Ice Age 3: El origen de los dinosaurios. Scrat se echa novia, el resto...rutina
Correcta animación sin sorpresas y orientada a los más pequeños. El retorno de la ardilla Scrat –esta vez, sin bellota y con novia-, resulta moderadamente divertido, pero carece de todo asomo de genio. Para eso ya hemos tenido Los mundos de Coraline, y pocos días podremos ver Up, de Pixar.
Ice Age 3, póster
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Los mundos de Coraline: deslumbrante, asombrosa... siniestra
2009-07-02
JUANMA GONZÁLEZ
El panorama de la animación norteamericana atraviesa un momento contradictorio, al menos en cuanto a calidad se refiere. Por un lado, la taquilla acompaña de forma privilegiada a productos de Dreamworks como Shrek, o de Fox y ésta Ice Age 3: El origen de los dinosaurios, un simple artefacto sin pretensiones para hacer pasar un buen rato a los niños –y si hay suerte, a los padres- y vender muchas, muchas entradas y DVD's. Y por otro, las producciones de Pixar como Wall-E y la inminente –y maravillosa- Up, que sin dirigirse en especial a un sector u otro, siempre acaban siempre siendo joyas técnicas y narrativas.
Ice Age 3: el orígen de los dinosaurios pertenece a al extenso grupo de films de animación digital más o menos bien realizados que, a falta de querer contar algo, optan por limitarse a ser una mera aventura repleta de humoradas y personajes más o menos carismáticos, como es el caso de la ya famosa ardilla Scrat –que vuelve a proporcionar los momentos de más pura comedia física- o del perezoso Syd, que proporciona la débil excusa argumental para este nuevo capítulo de la exitosa saga.
Y al decir exitosa me remito a las cifras: la segunda entrega recaudó 651 millones de dólars sólo en cines a nivel mundial, mientras la primera se "conformó" con 383. En Ice Age 3 los protagonistas no se enfrentan a una lluvia de millones, sino a lo que para sus responsables es el desafío definitivo: emparejarse y formar una familia.
Naturalmente, todo asomo de historia o contenido es un mero espejismo, ya que la premisa se limita a eso, a premisa, mero recurso narrativo casi habitual en las terceras partes que apelan al sentimiento de familiaridad con sus personajes para justificarse a sí mismas. Hay que dar gracias, no obstante, a que el film rehuye el esperado énfasis en la moralina y apueste por la simple diversión, que se mantiene moderada y constante durante el metraje de la cinta.
Donde SÍ falla el film de Blue Sky es en el sentido del humor, que carece de la picardía de otros títulos recientes y se revela como demasiado infantil, sin referencias a la cultura popular que pueblan los éxitos Dreamworks de Shrek o la espectacular –y olvidable- Monstruos contra Alienígenas. No faltan tampoco bromas más dirigidas a los padres –ese romance de la popular ardilla Scrat con la voluptuosa Scate, y sobre todo su lograda conclusión-, pero el film no reserva ninguna sorpresa a lo largo del metraje.
Con gags funcionales y previsibles, Ice Age 3 resulta digerible porque se limita a entregar aquello que promete, como producto industrial de correcta factura y guión de libro. Sus responsables pisan camino conocido y se nota, confían excesivamente en algunos de sus personajes para salvar la función, y renuncian a hacer exhibiciones técnicas que nada hubieran aportado.
Pero no es de recibo quejarse o ser fatalista: a la mencionada Up de Pixar, los espectadores hemos podido disfrutar hace escasas semanas de un título como Los mundos de Coraline de Henry Selick, de limitado impacto en las plateas pero llamado a convertirse en un todo un clásico de la animación y del cine.
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