Francisco Pérez, 40 años como autónomo, propietario de una fábrica de terrazo en Priego de Córdoba, le duelen las narices de tanto portazo. Y eso que es el mismo tipo fiable de siempre. Nunca le ha fallado a su banco de toda la vida, ni cuando tenía que abonar intereses de hasta el 22 por 100 por algún préstamo. Ni a otras entidades que antes le ponían la alfombra roja a la entrada. Durante este tiempo, baches, unos cuantos; pero la situación de ahora es única. ¿Terrazo? El comentario es inmediato: «Le ha pillado la crisis del ladrillo, ¿verdad?». «¡Qué va! —exclama—. Si clientes no faltan, sobre todo en Córdoba y en Extremadura. Y por el momento no tengo morosos. Pagos al contado no hay, ni ahora ni antes, sino pagarés... y ahí estriba el problema. Antes los llevaba al banco y me los abonaban, pero ahora no los admiten, prefieren el dinero contante y sonante. Así que para hacer frente a los gastos derivados de una mejora del negocio he tenido que hipotecar mi casa. Estoy planteándome cerrar después de toda una vida de esfuerzo». La economía de ocho familias pende de ese hilo.
Un abanico de profesiones
Raquel Hernando, abogada, acaba de perder su empleo en un despacho donde ha trabajado los últimos doce años manteniendo una peculiar relación laboral. Aunque los adjetivos correctos para referirse a esa relación serían «irregular» y «común» entre los profesionales del gremio. «En el despacho donde acudía a diario tenía mi puesto, mi ordenador, mi teléfono... pero no un contrato», señala. «Era una autónoma con apariencia de trabajadora por cuenta ajena. Aunque disfrutaba de la libertad y autonomía en la dirección letrada de los asuntos —que es inherente a mi profesión— siempre actuaba bajo el nombre de una marca, dentro de la planificación y los criterios del titular del despacho, con reporte al mismo de la estrategia y resultados obtenidos, y a cambio de una remuneración que consistía en un porcentaje según la facturación».
La mayoría de estas firmas dependen de las igualas jurídicas, es decir, contratos con empresas para prestarles servicios de asesoramiento. «A mí me derivaban los casos judiciales que iban surgiendo, los pleitos diversos». Y ahora, ¿qué? «Bueno, lo habitual como autónomo es tirar para adelante, evitando acabar en un “despacho nicho”, aunque no puedo asegurar nada porque es muy complicado abrirse camino. Dependes del factor cliente». Raquel paga 350 euros todos los meses para sufragar los gastos de colegiación, la Mutualidad (una “hucha” para la jubilación que no le da derecho al subsidio de desempleo) y un concierto con la Seguridad Social para la asistencia sanitaria. La incertidumbre, de momento, no ha dado paso a la angustia. Siempre que la mala racha no continúe.
En España hay 3,3 millones de autónomos. Los bancos niegan el crédito a ocho de cada diez.
Los dos ejemplos de arranque demuestran la heterogeneidad de este colectivo. Los autónomos están presentes en todos los eslabones de la cadena productiva de la sociedad, suponen el 75 por 100 del tejido económico del país y bajo su paraguas se encuentran nueve millones de ciudadanos españoles. Cada día nos topamos con decenas de ellos: son los propietarios de las pequeñas tiendas de barrio, los manitas que contratamos para que nos arreglen una avería en casa, los taxistas... pero también muchos de los denominados profesionales liberales. Son los grandes paganos de la crisis que nos azota.
Un túnel sin salida
Lorenzo Amor, presidente de la Asociación de Trabajadores Autónomos (ATA), no da abasto estas semanas buscando altavoces —el jueves pasado participó en un programa monográfico sobre este colectivo en «De Costa a Costa», de Punto Radio— y reuniéndose con representantes del Ministerio de Trabajo. No hay noticias de Zapatero, a pesar de que la asociación pidió un encuentro con el presidente del Gobierno hace un año, en la añorada época de la no-crisis. En mitad de un túnel del que no se adivina la salida, sin crédito, sin presencia en el diálogo social, sin apoyo sindical y agobiados por el fisco, 300.000 autónomos «están en la cuerda floja», según Amor. «En enero y febrero de 2009 han desaparecido 55.000 microempresas. Eso significa que un millar de autónomos por día cesan su actividad. Las previsiones más “optimistas” apuntan a 180.000 víctimas de la recesión antes de que acabe el año. Sufrimos un ERE silencioso».
En España hay 3,3 millones de autónomos. Los bancos niegan el crédito a ocho de cada diez. «Puede que el Gobierno tenga buena voluntad, pero las medidas que ha adoptado hasta el momento no dan la talla. Presume de las líneas del Instituto de Crédito Oficial (ICO) a través de una ambiciosa campaña de publicidad, como si se tratara del maná que cae del cielo. Los datos están ahí: en dos meses ha habido 7.000 operaciones de la línea ICO circulante —que otorgan liquidez— para un total de medio millón de peticiones, y otras 7.000 de la línea pymes. En total se ha beneficiado el 0,4 por 100 del colectivo. Una ruina. Con un recibo devuelto estás frito, no hay forma de acceder a esas ayudas. En plena crisis empresas solventes hay pocas; viables, muchas, pero hay que apoyarlas a escapar de la asfixia económica. No se nos puede prestar atención 48 horas antes de depositar el voto. Hay que tener en cuenta que nos jugamos mucho más que un empleo: los autónomos ponemos como aval nuestro patrimonio, y el horizonte real para muchos son los comedores de Cáritas». El Estatuto del Trabajador Autónomo dejó fuera la prestación por desempleo, un error fatal que Lorenzo Amor lamenta. «Si hubiéramos sabido esto, no hubiéramos firmado»Así que no es exagerado afirmar que la caridad es el único auxilio para casos desesperados. Por duro que parezca.
El Observatorio del Trabajo Autónomo, presentado hace un mes, aporta más datos para el pesimismo: el 89,2 por 100 de estos profesionales se ve afectado directamente por la crisis y el 82,6 manifiesta que su negocio ha disminuido sensiblemente. Sin embargo, los trabajadores por cuenta propia podrían crear hasta 700.000 empleos si recibieran ayudas por parte del Ejecutivo, ya que uno de cada cuatro necesita contratar. El 45 por 100 asegura que si tuviera una inyección de unos 10.000 euros para contratar a una persona por diez años, lo haría. «Si el dinero del Fondo de inversión local se hubiera repartido entre los emprendedores se habrían creado puestos de trabajo más estables que los que surgirán de esa medida», sostiene Amor.
No es país para emprendedores
La carretera que une Loja y Zagra, en el poniente granadino, podría servir perfectamente para un rally. Pero más curvas tiene la crisis. Por ahí circula a diario —por la vía y por la recesión, ambas mareantes— Manuel Gámiz, gerente de Confecciones Nicassio, empresa especializada en pantalones de sport. Zagra registra la mayor tasa de desempleo de toda España (casi el 80 por 100). El paro, aquí, no es un accidente del que uno se recupera pasado un tiempo; es una forma de vida. La gente va tirando con subsidios, con la temporada de la aceituna y de la uva o con una economía de subsistencia basada en huertos o en caza de conejos y perdices. Y algunos, como Manuel, del atrevimiento que es seña de identidad de los autónomos. Sin embargo, éste no es país para emprendedores. Al menos ahora. «En época de vacas gordas tenía 40 ó 50 personas en plantilla y otras 20 eventuales. Ahora quedamos ocho de la familia y cada vez echamos menos horas en la fábrica porque hay poca tarea. Me he visto obligado a despedir a gente del pueblo a la que conozco de toda la vida», se lamenta. «Los grandes establecimientos fueron los primeros en dejarnos tirados, pues se van al comprar el género a China o Pakistán, donde les sale más barato. Los clientes que han resisitido notan que han bajado muchísimo las ventas. Ellos no sacan beneficio, y yo no cobro. Uno de toda la vida me ha dicho: “Mira, Manolo, si quieres servirme, bien, si no... lo comprenderé”. ¿Qué voy a hacer, meterlo en la cárcel? Le sirvo, claro, esperando que esto se reactive algún día».
El Gobierno es la diana de los dardos de los autónomos. Le acusan de no haber puesto en marcha ninguna medida eficiente
El plan B de Manuel ha sido confeccionar pantalones de laboral para pedidos pequeños que no merece la pena ir a buscar a China. «El Gobierno me da 1.500 euros por contratar un trabajador. ¿De qué me sirve eso? Sería mejor una exención de pago de la Seguridad Social durante un par de años, mientras escampa. Que me perdone 400 euros por empleado al mes y yo no envío a nadie al paro. El Estado se ahorra un buen dinero en subsidios y todos salimos ganando».
Propuestas para salir del atolladero
Ideas hay. Otra cosa es que al otro lado se encuentre alguien que quiera escuchar. El Gobierno es la diana de los dardos de los autónomos. Le acusan de no haber puesto en marcha ninguna medida eficiente y de inyectar un dinero a los bancos que después no repercute en la sociedad. «La liquidez llega activando el consumo, facilitando el acceso a la financiación y mejorando la fiscalidad», resume Lorenzo Amor, presidente de ATA. Para intentar mejorar el acceso al crédito se propone que el ICO establezca una banca electrónica, independiente de las entidades financieras, para que los autónomos puedan remitir directamente su plan de empresa y sus necesidades de dinero. En estas circunstancias es necesario apostar por una mejora de la fiscalidad a través de una rebaja de los módulos (sistema que tiene en cuenta el número de trabajadores, la superficie del local, etcétera). «Un millón de autónomos está tributando por el módulo lo mismo que hace un par de años, cuando la actividad y las ventas se han reducido un 40 por 100 de media», añade Amor.
Otro aspecto que lastra las posibilidades de este colectivo es el pago por adelantado del IVA, una obligación sostenible cuando el grifo financiero estaba abierto. La mayoría mantiene su negocio facturando a 90 días (la crisis ha traído un retraso adicional, situación que se agrava cuando se factura a la Administración, que en vez de dar ejemplo en estos momentos de zozobra suele pagar con un retraso de 180 días). ATA propone tomar medidas que permitan a los autónomos pagar el IVA cuando hayan hecho efectivo el cobro. Pongamos que uno de nuestros protagonistas factura este mes; pues bien, se vería obligado a pagar el IVA antes del 30 de abril a pesar de que no vea un euro hasta junio. La vida del autónomo es definitivamente dura.
MIGUEL ÁNGEL BARROSO
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