domingo, 15 de marzo de 2009

"HEMOS PRESTADO EUROS COMO SI FUERAN PESETAS"


José María Aguirre González
«El paro en España no viene de la construcción, sino de los servicios»

Parafrasea al mítico banquero John Pierpont (JP) Morgan al decir que, en Banco Guipuzcoano, el criterio más importante es «aconsejar a sus clientes con honradez». Y es que José María Aguirre González (1934), presidente de la entidad hasta hace sólo una semana, es también uno de las figuras financieras con más peso e historia de nuetro país. Vicepresidente de la CEOE, presidente de la Asociación Progreso y Dirección (APD) y consejero de ACS y Siemens, entre otros muchos logros profesionales, repasa con un lenguaje claro y sencillo la grave crisis financiera y económica por la que atraviesa España. Asegura que, a su edad, ya no puede dar ejemplo y que, por ello, sólo intenta dar buenos consejos. A continuación vienen unos cuantos.

España, ¿ha tocado fondo?

En absoluto. Este trimestre, el primero de 2009, va a ser igual de malo que el último de 2008. Y yo creo que seguiremos bajando a lo largo de todo este año, por lo menos. Hace poco, nos reunimos un grupo de veinte empresarios aproximadamente e hicimos una quiniela sobre cuál será el trimestre en que empezará a tirar la economía. Había que concretar cuándo vamos a registrar un PIB positivo con respecto al trimestre anterior. La media de las opiniones fue el segundo trimestre de 2010.
Y eso sólo sería el comienzo de la recuperación...
¡Claro! Eso no significa que en 2010 vayamos a estar en una situación tan confortable como la que hemos disfrutado hasta ahora... Empezaremos a remontar desde unos niveles muy bajos, pues la caída va a continuar, sin duda.
«La situación es totalmente distinta en España. En EE.UU. el Gobierno ha tenido que entrar en el capital de sus bancos porque estaban totalmente descontrolados»

¿En qué posición relativa va a quedar España una vez superada la crisis?

Bueno, lo cierto es que yo no estoy tan seguro de que otros países vayan a empezar a repuntar antes que nosotros, como aseguran el Fondo Monetario Internacional y la Comisión Europea. De hecho, creo que lo haremos todos más o menos a la vez. Si Alemania empieza a recuperarse, automáticamente tirará de la economía española. Es cierto que puede que lleguemos con algo de retraso, pero porque llevamos un poco de retraso en todo: en las intervenciones de los gobiernos en el sector financiero, en las ayudas a la economía... ¡pero al final siempre terminamos llegando!

¿Llegaremos también a las nacionalizaciones bancarias que se han visto en EE.UU.?

No. En absoluto. La situación es totalmente distinta. En EE.UU. el Gobierno ha tenido que entrar en el capital de sus bancos porque estaban totalmente descontrolados.


¿Por la Reserva Federal?


No, no... ¡Por sus propios presidentes, no nos vamos a engañar! Es que es muy peligroso nombrar presidente de un banco a un alto ejecutivo de la banca de inversión, porque hay una diferencia abismal de mentalidad en comparación con un banquero tradicional. El banquero de toda la vida sabe que cualquier pérdida que tenga es para siempre. El de inversión, sin embargo, deja lugar a una posible recuperación. Ellos son más optimistas y nosotros, mucho más conservadores.

¿Y esto es lo que está originando que en España se concedan menos créditos que en otros países?

No. En España se conceden menos créditos porque hay una falta total de liquidez. Para comprenderlo hay que partir de una premisa: en nuestro país hay un déficit de ahorro enorme y, por eso, en la banca tenemos que recurrir a la emisión de bonos para colocarlos en el extranjero. El problema es que, con la llegada de la crisis internacional, lo primero que se perdió fue el mercado interbancario y las cosas se pusieron muy difíciles. Pero, claro, los bancos que habían emitido muchos pagarés tenían que seguir haciendo frente a los vencimientos de los antiguos. Y como el interbancario no daba los fondos necesarios, pues comenzaron los problemas.

¿Cómo se podría arreglar?

Hombre, indudablemente, sería mejor que el Gobierno concediera sus avales más baratos. Aunque, en este caso, también hemos llegado un poco tarde porque otros países con las mismas pretensiones se nos han adelantado. Ahora España tiene que pagar más, porque hay menos dinero aún. Y de ahí tienen que venir los fondos para poder hacer frente a los vencimientos de los bonos... Sencillamente, no hay margen para más.

¿Quiere decir que no hay margen para prestar?

Efectivamente. No hay margen para nada más. Como no tenemos dinero, no podemos prestárselo a los empresarios. Y es lamentable, realmente, porque las empresas están ahogadas. Hay un informe de las Cámaras que dice que al 16% de los empresarios no se le ha concedido absolutamente nada de los fondos que había solicitados y al 60% sólo la mitad. Es dramático. De ahí vienen los consursos de acreedores, las regulaciones de plantilla... Todo esto es muy perjudicial para el conjunto de la economía, pero es que la banca no da créditos porque no tiene dinero.
El presidente de la Asociación Española de bancos, Miguel Martín, aboga por dejar caer a las entidades «poco viables», lo que ha sido interpretado como una indirecta a las cajas de ahorros...
Ese tira y afloja entre bancos y cajas no es nuevo. Yo siempre cuento una anécdota al respecto. Fue al comienzo de la crisis y de la rumorología sobre la salud financiera de la cajas españolas. En un acto público, alguien preguntó a Juan Ramón Quintás, presidente de la Confederación Española de Cajas de Ahorros (CECA), cuáles eran las famosas tres cajas que estaban al borde de la quiebra. Y Juan Ramón, como buen gallego, contestó: «¡Ah! Pero si yo creía que eran tres bancos!». Bromas aparte, yo creo que dejar caer a las entidades con problemas está muy bien en la teoría, pero, que en la práctica, el Gobierno no puede hacerlo.
«La situación es dramática. Las empresas están ahogadas y la morosidad crece a una velocidad aterradora»

¿Incluso cuando la entidad no suponga un riesgo para el conjunto del sistema?

Hombre, puede haber alguna entidad que esté muy mal dentro del sistema financiero español, pero, en todo caso, se podrían contar con los dedos de una mano... Y no creo que haya tantas. De todas maneras, y pese a estar el Fondo de Garantía de Depósitos, no hay que olvidar que cuando se dejó caer a Lehman Brothers fue un auténtico desastre.
Pero Lehman no es comparable con una entidad pequeña...
Ya, pero su caída tuvo unos efectos tan graves para el conjunto del sistema que ningún Gobierno se va a atrever a repetirlo. Si Lehman hubiera seguido en pie, el mercado hubiera aguantado un poco mejor, pero al caer se llevó por delante todo un sistema de financiación y eso complicó mucho las cosas.


¿Cómo está el sistema financiero español?


Evidentemente, se ha visto afectado. De un corte tan brusco en las vías de financiación es imposible «irse de rositas». Pero lo cierto es que la banca española está muy saneada y hay que agradecérselo en buena parte al Banco de España, pues todos sus gobernadores han estado muy encima obligándonos a las entidades a provisionar. Por ejemplo, tenemos la provisión anticíclica —que se hace en los tiempos de vacas gordas para cuando vienen las vacas flacas— que ahora está aliviando mucho a todo el sector.
Muchas entidades ya la están utilizando...
Claro, con eso se puede ir viviendo un poco... Lo bueno que tiene la provisión genérica es que se puede ir utilizando a medida que se tiene que crear la específica, que es la que hay que dotar cuando se produce de facto el moroso. Aunque hay que moverse dentro de unos límites: la genérica, como mínimo, tiene que ser del 33% y, como máximo, del 125%. En Guipuzcoano la tenemos en el máximo.

¿Cómo podría el Banco de España ayudar a la banca en esta crisis?

Una opción que el gobernador tendría en su mano, aunque no parece muy dispuesto a ello, es alargar el calendario que fija las provisiones por morosidad para hacerlo más llevadero. Es que si no la mora nos come, porque está subiendo a pasos agigantados. Voy a poner un ejemplo: un señor tiene una hipoteca —de la que aún le quedan por pagar 50.000 euros— con una cuota mensual de 1.000 euros y deja de pagar tres recibos. El banco pasa entonces a considerarle moroso, pero no por los 3.000 euros que ha dejado de pagar, sino por los 50.000 euros que aún debe. O sea que estamos metiendo en mora la totalidad de unos créditos cuando, en realidad, están impagadas unas pequeñas cantidades.


¿Y las cifras de mora actuales son comparables con las de unos años atrás?


No, no es lo mismo. Antes, el calendario de mora que fijaba el Banco de España era menos duro e iba laminando poco a poco la dotación. Pero ahora no, ¡ahora es a las bravas!


¿Es una amenaza muy grave la mora?


Bueno, hay dos problemas. El primero, son las hipotecas, los particulares. Las familias se van al paro y después no pueden hacer frente a los pagos. Y, claro, si sumas miles de pequeñas cantidades impagadas, el resultado es un agujero de muchos millones. En segundo lugar están los promotores inmobiliarios que, sin duda, han sido un problema mucho más grave para los bancos.
Los registros del Banco de España sobre el crédito concedido a promotoras son escalofriantes...
Sí. Yo creo que se han dado con cierta alegría. Sobre todo en los procesos en que nos juntábamos muchos bancos, en los créditos sindicados. Ahí se han dado unas cantidades ingentes. Yo suelo decir que si los créditos se hubieran dado en pesetas y no en euros, no habrían sido tan disparatados. Un caso como el de Martinsa-Fadesa, por ejemplo, en el que hay que renegociar 5.000 millones de euros, ni por asomo se hubiera concedido si antes se hubiera pensado que son 800.000 millones de pesetas. Suena distinto.

¿Ha habido un poco de irresponsabilidad, entonces?

Hombre... Yo no diría irresposbilidad. En mi opinión, la banca tiene un problema: fijamos objetivos a los directores de oficinas y, claro, ellos intentan conseguirlos a toda costa.
Pero la autorización a los créditos de promotores no viene de los directores de oficina...
No... ¡Esos se han decidido en niveles muy superiores! Pero también es muy fácil ser crítico a toro pasado. Se dieron muchas hipotecas porque había que hacerlo. Además, también es una derivada de los planes de expansión. Banco Guipuzcoano, por ejemplo, es una entidad que nació en San Sebastián y hoy ya estamos en todas las comunidades autónomas. Y a los directores de oficinas se les pidió que concedieran hipotecas. Porque así funcionan las cosas. Si quieres engordar tu cartera de clientes, tienes que ofrecer créditos, no puedes simplemente pedirles sus ahorros y su nómina.
«España no ha tocado fondo aún. Llevamos un poco de retraso en todo, pero la recuperación será simultánea al resto de Europa»

¿Y cómo está Guipuzcoano?

Gracias a Dios, no está en ninguno de esos bloques de crédito a grandes inmobiliarias. Hemos estudiado las cosas con seguridad, con poso, no nos hemos dejado llevar por la corriente.

¿Cuáles son sus perspectivas?

Hay que resistir. Este año hemos repetido beneficios en relación con el año pasado, algo que no puede decir el resto de la banca —excluyendo a los «megabancos»—. Y de cara al próximo año también tenemos previsto repetir. Lo malo es la mora, que crece a una velocidad aterradora, pero tenemos muchísima gente para ello.
«El problema de los créditos sindicados es que nadie los estudia»

¿Se han concedido créditos a lo loco?

En mi opinión, el problema han sido los créditos sindicados, que son aquellos que un grupo de bancos, agrupados bajo un mismo contrato de crédito, concede a una empresa. Cuando una entidad pequeña llega a la sala de reunión y ve que al contrato se han apuntado grandes entidades como el Santander, el BBVA o La Caixa, pues... ¡se apunta sin estudiarlo! Yo suelo contar una historia que es muy ilustrativa: «Una señora entra en un casino de Las Vegas, se acerca a la mesa de los dados y pregunta a los crupiers si puede hacer una apuesta de 500.000 dólares. Ellos, tras consultar a sus superiores, aceptan la apuesta. La señora decide entonces poner una condición: «Tengo que estar desnuda al tirar los dados porque me da suerte». Los crupiers, algo perplejos, aceptan y la mujer tira los dados. A continuación, se pone a dar saltos de alegría y a celebrar su victoria por todo lo alto. Cobra los 500.000 dólares y se va. De pronto, un crupier le dice a otro: «oye, por cierto, ¿cuántos puntos ha sacado?»; a lo que su compañero contesta: «¡Ah!, pero es que no estabas mirando tú?». Eso es lo que le pasa a los créditos sindicados. Nadie los estudia.

¿Hace falta una regulación supranacional más estricta?

Una regulación más estricta, sí. Pero yo me resisto a pensar que desde Fráncfort nos vayan a regular mejor. Europa existe con dificultades, no es como EE.UU., que ya está más consolidado. La UE es todavía un conjunto de países en los que cada uno mantiene su mentalidad, su filosofía y sus costumbres. Tomar decisiones en Europa es casi imposible

MARÍA CUESTA

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