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miércoles, 11 de marzo de 2009
¿ PATENTE DE CORSO PARA CORRUPTELAS JUDICIALES ?
Pedro-Juan Viladrich
¿Va el Consejo General del Poder Judicial a echar tierra sobre un abuso evidente y dejar impune la corruptela del juez Garzón? Me refiero a su doble e ilícito cobro. Este magistrado consigue una licencia de estudios manteniendo el pleno devengo de la totalidad de sus retribuciones como juez, situación privilegiada y excepcional -me ausento para estudiar pero con el sueldo íntegro- que es incompatible con la percepción de cualesquiera otras retribuciones. Está probado, pese a esa incompatibilidad, que cobró en concepto de sueldo 160.333,14 dólares del Centro Derecho y Seguridad de Nueva York, que, además, recibe del Centro Rey Juan Carlos I de España, en Nueva York, el pago de gastos de viaje por 21.152 dólares y la escolarización de su hija en la Escuela Internacional de Naciones Unidas por importe de 21.650 dólares. La infracción es evidente.
El “estrellato” del juez Garzón, que tanto parece complacerle, es ahora un factor de notoriedad que pone al Consejo General del Poder Judicial en el punto de mira de la inmensa mayoría de los ciudadanos. ¿Por qué? Porque según sea la respuesta sobre esta objetiva y cuantiosa incompatibilidad de ingresos, que la Sala de lo Penal del Tribunal Supremo detecta y remite al Consejo General del Poder Judicial, va a tener un efecto depurador o demoledor sobre situaciones “análogas” de muchos funcionarios y profesionales. Y Carlos Dívar, que preside el Supremo cuya Sala de lo Penal constata la irregular doble retribución, es al mismo tiempo Presidente del Consejo General al que remite tamaña patata caliente. Carlos Dívar del que, a propósito de los elogios por su nombramiento, se resaltó que era juez y sólo juez. Es decir, que no estaba al servicio del Poder político. Tras lo del juez Tirado, ahora volveremos a ver si le rige el principio de contentar a todos, sobre todo al gremio. Y es por ahí que hay más. Si Garzón otra vez “se va de rositas”, el sentido común del pueblo puede interpretar la actitud del Consejo General del Poder Judicial en la línea de “aquí vale todo entre los del gremio”, “los jueces se tapan unos a otros”, o, lo que sería peor, “no le castigan porque otros muchos, también entre los miembros del Consejo, tienen trapos sucios y temen que Garzón levante la manta”. Conclusión popular: hay vista gorda para las corruptelas si eres un pícaro bien situado.
Entre tanto corren estos rumores por la plaza mayor, el juez Garzón argumenta algunas disculpas que sus defensores amplifican. Por ejemplo. Que no dio conocimiento al Consejo General del Poder Judicial porque nadie le preguntó, o porque al pedir la primera licencia no sabía lo que iba a cobrar, que no actuó a sabiendas con mala fe, o que declaró los ingresos a la hacienda española y estadounidense. Son excusas inconsistentes e inaceptables en un Magistrado. Inconsistentes porque nadie se va a USA, larga estancia con familia incluida, sin conocer en concreto qué trabajo desempeñará, bajo qué condiciones económicas y retributivas, y cómo financiará ese dilatado y prorrogado periodo. Declarar a las haciendas no depura la incompatibilidad de ingresos, simplemente pagas los impuestos. Excusas más que inconsistentes, porque el inefable Garzón pidió una prórroga de la licencia de estudios, con renovado mantenimiento de su salario completo como juez, cuando ya disfrutaba desde hacía muchos meses de la jugosa remuneración americana. Inaceptable, porque es inaudito que un juez se ampare en su ignorancia de la relevancia de sus propios actos y de la norma que los disciplina, pues -como el mismo se encarga de aplicar implacablemente- el desconocimiento de la ley no excusa de su cumplimiento. No entraremos en los detalles de lo qué “realmente” hizo, pues su papel en “conferencias o moderación de coloquios” son sospechosamente confusos y parecen encubrir la levedad de actividades, tal vez, inexplicablemente desproporcionadas a su excelente pago. Ya quisieran nuestros mejores profesionales en cualquier campo ausentarse de su trabajo en sus empresas, manteniendo intactos empleo y sueldo, y “trabajar” al estilo Garzón en USA con los viajes pagados y, además, con los colegios gratis para los hijos. Pero no seamos envidiosos, que es vicio.
Vayamos a algo más esencial. El detalle y el conjunto de esta historia de doble cobro, en sí misma, no es honorable en un juez. ¿Por qué? Porque arruina la ejemplaridad del juzgador y el respeto debido a su función de aplicar la ley a los ciudadanos, que le obligan muy en especial a ser y parecer el primer y más escrupuloso cumplidor de la ley. Es por esta razón de fondo, vinculada a la esencia y honor de la función judicial, que buscarse subterfugios pícaros para exculparse es, de suyo, intolerable.
La pelota está otra vez en el tejado del Consejo General del Poder Judicial. Y la ciudadanía está expectante. Supongo que las Señorías del Consejo advierten las coordenadas. No se limitan al caso Garzón, aunque lo incluyen.. Lo que está en juego es la ejemplaridad en el cumplimiento de la ley por parte de la propia judicatura consigo misma. Se trata de la justicia en la Justicia. Así pues, quizás no es hora de hallar astutos subterfugios y hábiles argumentos exculpatorios. El último rumor es que el Consejo se nos echa en brazos de la prescripción. Es decir, que pasó demasiado tiempo y eso le eximió de castigo. O sea, que el Consejo general del Poder Judicial, al exonerar por prescripción, asumirá su responsabilidad en graves fallos de inspección y disciplina sobre el cumplimiento de las licencias que autoriza a sus jueces, sobre todo en un caso cuyos antecedentes eran de dominio público antes de la famosa prescripción. ¿Asumirá el CGPJ su propia negligencia?
Mediten las consecuencias antes de suponer que echan tierra con la prescripción No abran las anchas puertas a la generalización social de la corruptela y la trampa. Vayan a la esencia y den ejemplo. Hagan clara, sencilla y ejemplar justicia. Sobre todo, con la misma Justicia. Pero, mientras escribo esto, ¿por qué tengo la creciente sensación de clamar inútilmente en el desierto? Y ustedes, queridos lectores, ¿qué opinan?
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