domingo, 5 de abril de 2009

"LA VIDA SIEMPRE DA OPORTUNIDADES"

Escritora
Marta Rivera de la Cruz: "La vida siempre da oportunidades"



Antonio Castillejo

Lejos queda ya el año 1998 cuando Marta Rivera de la Cruz (Lugo, 1970) ganó el Premio Ateneo de Sevilla de Novela Joven con Que veinte años no es nada. A lo largo de estos años la escritora gallega ha publicado El inventor de historias; Hotel Almirante, que podría ser llevada al cine próximamente; En tiempo de prodigios, con la que quedó finalista del Premio Planeta; y La primera tarde después de Navidad, galardonada con el Premio Anaya de Literatura Infantil y Juvenil. Ahora acaba de publicar, La importancia de las cosas, una novela sobre la fuerza que el amor tiene para despertar conciencias dormidas, la importancia de tener una segunda oportunidad en la vida y el papel que juegan en esa oportunidad los objetos cotidianos que nos rodean.

-¿Qué es lo que encontrará el lector en 'La importancia de las cosas''?

-Una novela de amor en sus diferentes variantes, una historia sobre cómo el amor es un motor capaz de mover todo y de despertar a la vida conciencias que parecen estar dormidas. Pero también una historia sobre la importancia de las segundas oportunidades y lo que en ellas influyen las cosas y los objetos con los que compartimos nuestra vida

-A veces pensamos que sólo lo grande es importante y subestimamos el valor de las pequeñas cosas...

-Es cierto, y esas pequeñas cosas son también una parte de nosotros. Creo que los objetos que vamos guardando con los años tienen su alma particular, algo de nosotros. Una cosa en sí no significa nada hasta que la hacemos nuestra y tiene algo que ver con la persona que nos la regaló o con la persona que estaba con nosotros cuando la compramos. Tiene una historia.

-Hablando de historias, la de este libro comenzó cuando usted se enteró que un pariente suyo había heredado un piso...

-Realmente heredó el contenido de un piso. Era un piso de alquiler, y había que vaciarlo para que los propietarios se hicieran cargo de él. Me ofrecí a echar una mano, y cuando entramos nos dimos cuenta de qué poco conocemos a las personas que creemos conocer y cómo los objetos hablan por nosotros. De alguna forma fue entonces cuando nació la idea del libro.

-Pero en su novela, el propietario no quería conocer al inquilino...

-Este hombre tiene miedo de todo, incluso de un inquilino, es un tipo muy tímido y retraído que no tiene una gran opinión de sí mismo y cree que si tiene contacto con la persona que vive en su piso acabará liándole para que le regale el alquiler. Pero un buen día este hombre muere, no tiene familia y descubre que es el heredero circunstancial de todo lo que contiene su piso.

-¿La tesis es que los objetos que encuentra el protagonista de su libro en el piso le abren un nuevo camino en la vida?

-Sí, porque las cosas tienen un significado, y descubrir las cosas que hay en ese piso le da una llave para abrir la puerta de su propia vida y tomar las riendas de su destino.

-¿Dicen mucho los objetos de nosotros mismos?

-Por supuesto, muchas veces cuando entramos en la casa de alguien que conocemos superficialmente, echamos un vistazo y sin darnos cuenta comenzamos a sacar conclusiones acerca de la persona en función de lo que tiene. Es algo inconsciente, pero ocurre constantemente.

-¿Cuáles son sus objetos más queridos?

- No tengo demasiadas cosas. Hay algunos libros a los que tengo especial cariño; unos zapatos con los que fui a la fiesta del Premio Planeta, que en principio me prestaron pero luego me regalaron, zapatos de fiesta que me pondría muy poco pero que si hubiera un incendio en mi casa sería de lo primero que salvaría... Cosas a las que tienes cariño, que cuando miras de vez en cuando inmediatamente te viene a la cabeza lo que significan.

-¿Somos esclavos de nuestros objetos?

-Esclavos no. Me gusta pensar que somos cómplices de los objetos.

-Pero su libro no sólo habla del valor de los objetos, sino también del valor de las oportunidades que se presentan en la vida...

-Creo que la vida siempre nos da oportunidades, muchas muy pequeñas y algunas grandes, y a veces lo que falla es nuestra actitud a la hora de ver pasar la oportunidad y subirnos al tren o no subirnos. Muchas veces el problema son los miedos, y el protagonista de esta novela, por primera vez en su vida, se sube a un tren, se enfrenta al miedo y toma sus propias decisiones.

-En este libro también hay un importante componente de aventura. ¿Se plantea escribir un libro de aventuras en un futuro?

- Me encantaría. Me gusta mucho la novela de aventuras. Pero me parece un género muy complicado, y más en el siglo XXI. La novela de aventuras tuvo su edad de oro en el siglo XIX. Ahora, las distancias se han acortado tanto en la comunicación que ya no se puede excluir casi nada, ya no hay paisajes por explorar. Realmente escribir una novela de aventuras ahora mismo sería muy complicado.

-¿Y el humor?, porque la novela tiene también grandes dosis de humor. ¿Le ha resultado difícil incorporar el humor en la historia?

-No, porque yo tengo sentido del humor. Pero es cierto que es más difícil arrancar al lector una carcajada que una lágrima. Es más fácil acudir al recurso de la emoción y hacer llorar que hacer reir. Creo que lo he conseguido por medio de diálogos y situaciones un poco inverosímiles. No se trata de un libro de humor, pero sí es cierto que he intentado darle un par de toques por lo menos divertidos.

-¿Cómo ha evolucionado la literatura de Marta Rivera de la Cruz desde su primera novela hasta llegar a 'La importancia de las cosas'?,

-Uno evoluciona en diez años como persona y como escritor. Hay más lecturas, más experiencia, más oficio. Esta novela es muy distinta a las anteriores. Es una novela contemporánea, urbana.

-¿Se siente cómoda en este campo de la novela urbana?

-Desde luego que sí, me he encontrado muy a gusto. Otras novelas mías estaban ambientadas en otras épocas históricas, pero esta vez me lo he pasado muy bien escribiendo.

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