viernes, 27 de marzo de 2009

ALGUNOS NIÑOS CONOCEN EL DOLOR DESDE MUY PEQUEÑOS

Una ayuda para educar a tu hijo

Enseñar a sufrir a los hijos



Lourdes Arbeláez Ramos.

Algunos niños conocen el dolor desde muy pequeños.

¿Cómo actuar con los pequeños cuando, antes o después, el dolor, el sufrimiento y lo incomprensible llegan al seno de una familia? Por poner un ejemplo, ante la enfermedad y la muerte de los seres queridos, y otros momentos duros de la vida, ¿conviene que los hijos conozcan el dolor?

El dolor forma parte de la vida humana y a veces se presenta desde muy tempranas edades. El dolor no es malo. Ayuda a ver la vida diferente, a madurar, a apreciar más los momentos alegres, a compadecerse de los demás. Lo importante es saberlo encajar adecuadamente.

El dolor sólo se entiende desde el punto de vista trascendente, como fuente de purificación o como fuente de ayuda a los demás, al ser ofrecido por ellos. Porque una visión sólo estoica del dolor, acaba por derrumbar a las personas. No sólo conviene que los hijos conozcan el dolor, sino que necesariamente se van a encontrar con él. Tratar de evitarles a los hijos el dolor y todo lo que los fastidie un poco, es un gran error, puesto que es ocultarles la realidad.

Lo que es necesario desarrollar en ellos es la fortaleza y la reciedumbre para que sepan afrontarlo con valentía y con sentido. Estas se desarrollan, no ante grandes acontecimientos sino en las pequeñas cosas de cada día.

A veces, tratamos de ocultar a los hijos el dolor, porque pensamos que él puede impedirles el ser felices. Pero la felicidad no es ausencia de dolor. La felicidad se alcanza cuando no se busca, es una paradoja. Se consigue pensando en los demás y ayudándoles en sus necesidades.

Por eso prestamos un flaco servicio a los hijos, cuando fomentamos el individualismo. La felicidad “es un puerta que se abre para afuera, no para adentro”.

*Presidenta del Instituto de Promoción de Ayudas Orientadoras, IPAO: www.familiaipao.org

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